Soneto


Encastillada en tu orgullo y crueldad
me dejaste partir sin despedirme.
Me dejaste marchar sin sonreírme
ni recordar nuestra antigua amistad.

Ni tus labios me dieron un adiós
ni tus ojos en los míos se miraron.
Las piedras de tu calle recordaron
dolorosas rupturas de los dos.

Quedéme contemplando fijamente
cuando marchaste en la noche silente
las líneas venusinas de tu talle.

Cuando esquiva sin mirarme te fuiste,
lágrimas, raras perlas que no viste,
rodaron por las piedras de tu calle.

Tu recuerdo


Como agudos puñales las horas, corazón,
que lejos de ti paso me hieren cual de acuerdo.
Cada hora es una herida y todas juntas son
        ¡Tu recuerdo, mujer, tu recuerdo!

Al paso de estas horas mi alma languidece
recordando las otras que a tu lado pasé.
Las evoco una a una y entonces me parece
que quizás a tu lado, un día, volveré.

¡Recuerdos del pasado! ¡Añoranzas de amor!
Por mi mente desfilan aún en este destierro
haciendo que conozca con gozo y con dolor
     ¡Que aún te quiero,mujer,que aún te quiero!

Duda


Pasé por tu calle,
miré a tu ventana;
tras los cortinajes
brillaba una luz;
una sombra tenue
rozó los cristales;
algo se movía ...
¿acaso eras tú?

Paréme un momento,
se borró la sombra ;
tras los cortinajes
se extinguió la luz;
¿quedaste dormida
soñando con ángeles?
Seguí mi paseo ...
La noche era azul.

Titilar de estrellas,
silencio en la noche;
abajo y arriba
todo era quietud;
porque eres el sueño
de toda mi vida
me fui preguntando:
¿acaso eras tú?

Lamento


Fue lamento el recuerdo de tus ojos
y dolor mi pensar en tu sonrisa
y tortura tu ausencia y sufrimiento
        saber que te quería.

Saber que te quería contra el mundo
       quizás contra ti misma
y quizás digo porque nunca supe
       descifrar el enigma.

Nunca pude saber lo que pensabas
        al través de tu risa.
En la luz de tus ojos lentamente
        fuí dejando mi vida.

Nos separó el destino y como paria
        sin patria y sin asilo
por tratar de olvidarte voy siguiendo
        derroteros perdidos.

Deseo


Cuando respiras, aire.
Cuando te acuestas, lecho.
Al despertarte, aurora.
¡Yo quisiera ser eso!

Cuando paseas, sol.
Cuando suspiras, viento.
Cuando rezas, plegaria.
¡Yo quisiera ser eso!

Y agua de lluvia lenta
para mojar tu pelo.
Y calor de verano
para secarlo, luego.

Y collar de diamantes
enroscado a tu cuello.
Clavel ensangrentado
adornando tu pecho.

Y quisiera ser sombra
de árbol frondoso y viejo
cuando tú te adormeces
en el campo, sin sueño.

Y en tus manos anillo
-caricia de tus dedos-
y canción en tus labios.
¡Yo quisiera ser eso!

Todavía


No sé si recordarás
que cuando aún no era hombre
te dije que aún eras tú
más bonita que tu nombre.

No sé si recordarás
que te dije aquella tarde:
¡Te quiero, trigueña mía,
llevo tu amor en la sangre!

No sé si recordarás
que puse un beso en tus manos
con la promesa de ser
para siempre tu lacayo.

Yo sigo siendo quien era
y tú sólo eres ceniza
aunque sigues arrastrando
tus fracasos por la vida.

Yo sigo siendo quien era.
¡Ven, y refúgiate en mí!
Sigo siendo tu lacayo.
Mi sangre aún late por tí.

Tu visión


Entre nubes opacas de tristeza
se me presenta tu visión tenaz:
la visión de tus ojos, de tu boca,
vago fantasma que no es realidad.


Yo sé que estás muy lejos, pero nunca
podré olvidar el beso que te dí.
Yo sé que si no vuelves a mi lado
será mi vida un eterno sufrir.


Ya el verano sonríe, pajarillos
entonan sus canciones en tu honor.
Sólo yo pienso, triste, con nostalgia
que en mis labios no puede haber canción.