Del siglo XX al futuro


El futuro empieza el año dos mil. Esta tajante afirmación que a primera vista parece una tonteria, no lo es en rigor, propuesto que no existe el presente absoluto y que aun viven personas, en Villalba y fuera de ella, que rebasan los noventa años de edad, para quienes los tres cuartos de siglo transcurridos son un tiempo “vivo”todavía. El último cuarto de siglo restante ya hemos empezado a gastarlo y, también a construirlo desde unos presupuestos muy distintos –por vigentes y en gran parte tradicionales- a aquellos que deben regir al iniciarse el siglo XXI.Tengamos esto muy presente –ténganlo más los rectores  de los pueblos- porque seremos responsables de lo bueno y de lo malo que haya de acontecer a los hijos de nuestros hijos. Pero, volviendo a lo nuestro, iniciemos la andadura por este relativo pasado-presente-futuro villalbés desde los primeros años de este siglo tan fecundo para Villalba o, si queréis, para Vila Alba, que este es su nombre verdadero por histórica y por gallega.
                     Ahora que está tan de moda la “contestación”, la protesta “sin xeito nin dreito”, sé que algunos me acusarán de triunfalista o quien sabe si de imbécil; pero a las pruebas, como siempre, me remito.
                      La Villalba que en 1842 únicamente contaba con 199 vecinos y 804 habitantes, en 1910 ya cuenta con 556 vecinos y 2.785 habitantes y desde entonces no ha cesado, como siguiendo el bíblico mandato, de crecer y multiplicarse. En   efecto, desde principios de siglo, Villalba ha ido creciendo y desarrollándose en todos los órdenes y así vemos que entre 1.908 y 1.932 nacen veinte publicaciones periódicas, se funda el Casino Villalbés –1.909-; el Centro de Artesanos -1.914-; se instala el órgano en la iglesia parroquial –6 de agosto de 1914-; funciona el servicio de correos que ya databa del siglo pasado y se establece el servicio de paquetes postales el 8 de junio de 1.927; funciona el servicio de telégrafos –1.923- y se inaugura la estación telefónica –6 de agosto de 1.923-; se construye el Teatro Villalbés –1.921- y se inaugura en él el cine sonoro el 26  de enero del año 1.932; se abren las carreteras Villalba-Betanzos, por Irijoa, con arreglo del puente sobre el río Magdalena –1.905- y la carretera Villalba-Meira –1.914-; se construye por suscripción popular el edificio destinado a Hospital-Asilo –1910-1930-; se instala el alumbrado público en el interior de las casas –1.910- y se edifica la Plaza de Abastos antigua; se pavimenta con cemento la  Plaza de la Constitución –hoy Santa María- en 1.933; se fundan sociedades deportivo-culturales como el Castillo F.C., el Sporting Villalbés  y el Racing Club Villalbés y, lo que es mas importante, se inaugura el 3 de diciembre de 1.933 el Colegio-Instituto “Manuel Murguía” que desaparece en 1.937 a causa de la guerra civil que impuso un paréntesis a toda clase de actividades.
                       Podemos afirmar que la actividad cultural entre 1.900 y 1.936 es constante: además de las publicaciones periódicas ya citadas existen en la villa dos bandas de música Antigua Municipal y Nueva Lira; se celebran gran número de representaciones teatrales con estreno o reposición de obras de Manuel Mato, Antonio García Hermida y Carmiña Prieto Rouco con otras de autores foráneos; publican libros Carmiña Prieto Rouco y Antonio Quintela Ferreiro; nacen sociedades con distintos fines, como son Amor á Terra, Liga de Amigos de Villalba, Unión Comercial Villalbesa, Organización Republicana Agraria, Sociedad de Obreros, etc.; las fiestas de San Ramón, las de Antroido, las de San Juan y San Roque cobran importancia y brillantez. El Ateneo Cultural, fundado en 1.934 y desaparecido en 1.936 debido a la contienda civil, a pesar de su breve vida marca un hito en los anales de la cultura villalbesa, organizando numerosas conferencias y exposiciones y becando a jóvenes estudiantes que destacan por su inteligencia. Se dedican calles a los poetas Chao Ledo y Manuel Mato -1.914- celebrándose un gran homenaje popular a la memoria de este último  -fallecido en 1.909- con motivo del descubrimiento de una lápida –1917- ofrecida por la UNION VILLALBESA Y SU COMARCA DE LA HABANA, lápida que se coloca en la fachada de la casa de la Calle Real donde había nacido el poeta.
                          En el periodo anterior a 1.936,además de Manuel Mato,fallecen su hermano Santiago Mato Vizoso,músico y compositor director de la Banda Municipal,el político Manuel Vázquez de Parga,Conde de Pallares,el sacerdote Arturo Basanta Silva y el médico y benefactor de Villalba y su comarca,Plácido Peña Novo,a quien se dedica una calle y una placa que se coloca en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento.Nacen los pintores Antonio y Eladio Insua Bermúdez y el político Manuel Fraga Iribarne,honra y prez de Villalba,villalbés mundial.
                        El 26 de septiembre de 1.932,miercoles,visita la villa el Jefe de Gobierno, Manuel Azaña, acompañado del ministro de la gobernación Santiago Casares Quiroga, a quienes se tributa, según Faro Villalbés, “un recibimiento entusiasta, apoteósico, sin precedentes”.    
                      Finalizada la guerra civil, al principio lentamente y a partir de los años sesenta con rápido e irrefrenable impulso, Villalba inicia una nueva andadura que la conduce a su innegable esplendor actual.
                     Entre 1.940 y 1.975 las realizaciones son múltiples y cada vez más importantes: se construye una nueva Plaza de Abastos sobre el solar de la anterior; se reforma la Alameda de Basanta Olano, se pavimentan las calles Nueva, Mayor, Real, del Sol, Herrería, Chouzana y plazas de Calvo Sotelo y del Coronel Pena, se levanta la Ciudad Cultural Manuel Fraga Iribarne, en la que se incluyen un Grupo Escolar de dieciséis unidades, la Biblioteca Municipal y los edificios del Instituto N.Mixto de E.M.; se inician las obras de otro grupo escolar con igual capacidad que el anterior, se edifica la nueva Casa Consistorial, la Casa Sindical, el grupo de viviendas Pedrosa Latas, el grupo de viviendas La Paz; se habilita un nuevo Campo de la Feria, un Parque de Obras Públicas; se instala nuevo alumbrado  -que ya resulta  pobre e insuficiente-; se realizan las obras de la traída de aguas a la villa; se establecen nuevas industrias –fábrica  de quesos, de pantalones, de muebles, de muebles metálicos_ estando en construcción una de montaje de tractores; proliferan los comercios de todo tipo, se abren cafeterías, talleres mecánicos; se inician las obras de una gran sala de fiestas y de una discoteca, de próxima inauguración, y se levantan numerosos y modernos edificios por parte de particulares, de modo que puede decirse que Villalba ha duplicado la población que tenía antes de 1.936,abriendose nuevas calles que esperan todavía una denominación. Siguiendo el ejemplo de la villa, las parroquias del Ayuntamiento se electrifican, se abren nuevas vias de comunicación, se instalan teléfonos públicos en las aldeas y los campesinos adoptan nuevas técnicas de cultivo y se mecanizan. En consecuencia de todo ello, el futuro de Villalba y su comarca es esperanzador y una prueba de ello nos la da la existencia en el casco urbano de once sucursales bancarias además de dos Cajas de Ahorro.
                   Cabeza de partido judicial, el Ayuntamiento de Villalba, con sus 384 kilómetros cuadrados, es de los más extensos de la provincia, con más de veinte mil habitantes y cerca de 5.000 cabezas de familia que se agrupan en más de seiscientas entidades de población y habitan en más de seis mil viviendas.
                    Estratégico nudo de comunicaciones por su situación geográfica, al equidistar de los puertos de Ribadeo, Foz, Vivero, Ferrol y Coruña, Villalba es casi paso obligado para la corriente turística que procedente de Irún viene al norte de España y a Galicia.Situada en la carretera San Sebastian-La Coruña, cuenta Villalba con carreteras a Lugo, por Rábade y Baamonde; a Vivero,Ferrol,a La Coruña por Baamonde y por Irijoa,a Meira y la interior a La Balsa-Lanzós-Cuesta,de tal modo que aquí se registra como en pocos pueblos un tráfico intenso de viajeros y vehículos existiendo líneas de viajeros que aquí nacen o por aquí pasan diariamente para La Coruña por Baamanode y por Irijoa y Puentes de García Rodriguez,pare El Ferrol ,para Lugo por Baamonde y Rábade,para Ribadeo con enlace a Asturias,para Vivero por Orol y para Vivero por Foz y Cillero,para Meira y Cospeito y para Santiago de Compostela además de otras interiores que sirven de enlace entre Villalba y las parroquias del Ayuntamiento.
                     El Ayuntamiento de Villalba posee una gran riqueza agrícola, forestal, ganadera y minera. Las tres primeras son de todos conocidas. Respecto a la última hay que señalar que la riqueza minera es más notable en las parroquias de Santaballa, Tardad, Villapedre, Lanzós, Belesar, Soaje y Cuesta, abundando especialmente el hierro, manganeso, caolín, mica, pizarra, feldespato y arcilla. Es notable también su riqueza en aguas minerales, especialmente férreas, como la famosa Charca, existente en el Carrizo, a pocos kilómetros de la villa.
                  El cronista, para terminar, cree firmemente que el futuro de Villalba y su comarca puede y debe mejorar el ya espléndido presente porque cimientos tiene y tampoco ha de faltarle la ayuda de sus hijos preclaros y  la que el rey Don Juan Carlos prometió en su visita a nuestra villa –hecho excepcional en nuestra historia- verificada el 28  de julio del presente año 1976.
                          El futuro está en nuestras manos. Empieza el año dos mil.

Movido siglo XIX


             Abolidos los señoríos por las Cortes de Cádiz, según decreto de 6 de agosto de 1811, desaparecen para siempre jamás amén el título de Condado que durante largos y ominosos siglos había pesado sobre las tierras y los hombres de Villalba y con él los abusos de los potentes señores, de forma que los villalbeses, liberados del vasallaje, pueden considerarse hombres libres al depender única y directamente de la Corona y así, en el año 1815, D. Manuel Cora y Guzmán de Montenegro toma posesión del cargo de «juez por Su Majestad de la Villa y jurisdicción de Villalba» y del mismo modo serán nombrados aquellos que le sucedieron en tal cargo.
Todo el siglo XIX español es una lucha constante entre absolutistas y liberales, entre progresistas y moderados, entre isabelinos y carlistas, constituyendo un permanente vaivén a veces trágico, dramático siempre. Así, la Constitución proclamada en 1812 queda sin efecto –cosas de Fernando VII– entre 1814 y 1820 año éste en que el rey, atemorizado, jura la Constitución, que vuelve a entrar en vigor quedando entonces Galicia formando una única provincia con 47 partidos judiciales y 634 ayuntamientos. Villalba, con trece ayuntamientos, fue uno de esos partidos judiciales.
En 1834 se promulga el Estatuto Real –había fallecido ya el rey que usaba paletó–, se efectúa una nueva división de España en provincias y Villalba, integrada en la provincia de Lugo, continua como partido judicial.
Definitivamente, en 1835, la provincia de Lugo queda divida en los once partidos judiciales actuales, entre los que se encuentra Villalba que integra los ayuntamientos de Villalba, Parga y Guititiz, Baamonde, Otero de Rey y Castro de Rey. Tal división continúa hasta finales de 1840 en que tiene lugar el último y definitivo arreglo de los ayuntamientos quedando entonces el partido judicial de Villalba compuesto por los ayuntamientos de Villalba, Trasparga, Begonte, Cospeito y Germade.
El 14 de junio de 1835 la reina gobernadora –D.ª María Cristina– nombra alcalde mayor interino al señor D. Joaquín Sanjurjo Valledor, que era abogado, y éste toma posesión de su cargo con fecha 6 de agosto. El 2 de octubre prestan juramento como regidores D. Francisco Basanta y Cornide, D. José Antonio Silveiro y D. Ramón Carreira y Prado y, como diputados, D. Andrés Taibo Vilariño y D. Pedro Vizoso y Silva. Celebrada la primera reunión bajo la presidencia del alcalde mayor –eran tenientes de alcalde D. Vicente Poupariña y D. Ramón Gesto– se acuerda realizar la rotulación de las calles y plazas, la numeración de las casas de la villa y la redacción de un bando de policía y buen gobierno de la población que el cronista que suscribe lamenta en el alma no poder transcribir, por falta de espacio, para conocimiento de tirios y troyanos, pues a todos, seguramente, había de interesar.
Realizadas las elecciones municipales, en las que participaron 2.018 electores, toma posesión del nuevo ayuntamiento compuesto del alcalde, dos tenientes de alcalde, un procurador general o síndico y siete concejales, continuando como juez de primera instancia del partido el ya citado D. Joaquín Sanjurjo Valledor.
Escribió Antonio Peña Novo que «Al ser suprimidos definitivamente los cotos, constituida la villa como partido judicial, puede decirse que empezó su desarrollo». En efecto, así fue y los resultados están a la vista. La Villalba que en 1762 contaba solamente con una población de 83 vecinos entre los que figuran 13 zapateros, número excesivo que llama la atención considerando lo escaso de la población; la Villalba que aún en 1809 no cuenta más que con 84 vecinos, habiendo aumentado tan solo 1 en los 47 años que median entre 1762 y 1809, esa Villalba aparece de pronto, en 1842, con 199 vecinos y 804 almas, siendo las calles más pobladas la calle Nueva con 25 vecinos y 105 almas; la calle Real, con 20 vecinos y 84 almas y la calle de San Roque, con 14 vecinos y 51 almas. En el diccionario de Madoz (Madrid, 1850) se lee que por aquel entonces Villalba tenía 152 casas «cuyo aspecto mejora notablemente y a las que se les van dando mayores comodidades».
Presidiendo la sesión el alcalde D. Vicente Poupariña, los villalbeses juran la Constitución de 1837 «en punta al cumplimiento del soberano decreto del quince de julio último» con fecha 23 de julio del citado 1837, habiendo acordado antes –el 10 de julio– «que se convoquen todos los señores Curas de ese Distrito Municipal, afín de que sin el menor pretesto concurran a Jurar y Solennizar en dho. día veinte y tres las funciones solegnes que se han de celebrar en la Iglesia de sua Villa...».
Y como en aquel tiempo ocurría «que mediante en esta Villa, ni en sus inmediaciones no hay música alguna ni de donde pueda valerse Comboquen pa. dhos. dos días dos Gaiteros con sus correspondientes tambores de Cajas...».
Suponemos que así se hizo y en cuanto a lo de la música se arregló pocos años después porque en 1850 «se organizó en Villalba una Banda de Música, para dirigirla vino de Lugo D. José García, a quien los aprendices daban seis reales diarios». Por cierto que ese mismo año 1850 –el 9 de octubre– se produce una fuga de presos de la recientemente construida Casa-cárcel –lo había sido en 1843– al abrir la puerta rastrillo del ayudante carcelero, Manuel Leal, para llevarles comida a los presos, éstos se abalanzaron sobre él «con navaja en mano, y forzaron el rastrillo y la puerta principal y maltrataron al ayudante, a su mujer y a otros que con energía se opusieron a su fuga, que sólo pudieron realizar cuatro, llamados José González Manguelo, Juan Virosta, Manuel Prado y Juan Lacha».
Aquí el cronista, viendo que el espacio se agota, y por si fuera poco lo anterior para justificar el título de este trabajo, va a dar unas cuantas noticias que juzga de particular interés, sobre todo para los villalbeses.
Enero 1833 y 1840, Primera Guerra Carlista o de los Siete Años, los villalbeses se ven forzados a contribuir con su trabajo personal a reconstruir las murallas del Castillo, con objeto de impedir la entrada de los «facciosos» en la villa y esto más de una vez, teniendo además que montar guardia en las entradas del pueblo desde las nueve de la noche hasta las seis de la mañana. Por ejemplo cuando por acuerdo de 11 de julio de 1835 el ayuntamiento hace saber que «la facción de Navia capitaneada por el Cura Freujo ascendía a doscientos cincuenta hombres y que los prisioneros que se rescataron oyeron decir a los facciosos en el corto tiempo de su permanencia entre ellos que tenían por uno de sus principales objetos el atacar a esta villa...».
En 1839 Pedro Yañez, apoderado de la Casa de Berwick y Alba, inicia pleito contra los villalbeses por la posesión del Castillo, posesión que venían disfrutando «sin la menor perturbación de persona alguna» desde 1815. Se llega a un acuerdo en 1843 y los villalbeses renuncian a la posesión de la Torre del Homenaje a cambio, como ya sabemos de los OCHO MIL CARROS de piedra de que ya tenemos noticias.
En el mismo año 1839 fallece D. Antonio María Luaces y Silva «que tenía el título de profesor de Arquitectura y fue muy celebrado como escultor».
En 1840 se acuerda la reconstrucción de las fuentes públicas de la villa, llamadas de San Juan y de la Puerta de Cima, obras adjudicadas en 6.400 reales para la primera y en 1.500 para la segunda y que fueron terminadas en 1841 por D. Vicente Sáez, que se encargó de ellas por fallecimiento del contratista D. Antonio Luaces.
En 1867 es demolido el antiguo templo de Santa María para construir en su lugar uno nuevo.
En 1870 comienza la construcción del nuevo templo parroquial hoy existente, terminando las obras en agosto de 1893.
Entre 1860 y 1900 se construyen las carreteras que cruzan la villa, a excepción de la de Villalba-Betanzos, por Irijoa, que se hace en 1905 y la de Villalba-Meira que no se abre hasta 1914.
En 1894 se construye la Casa-escuela, para cuatro maestros, se aprueba por la corporación municipal el Reglamento de la Banda Municipal que dirige Santiago Mato Vizoso, abuelo del infrascrito, y fallece a los cincuenta años de edad el cura-poeta D. José María Chao Ledo.
En 1897, por fin, se produce un hecho «adiós muchachos compañeros de mi vida» que desvincula totalmente y definitivamente a Villalba de todo tipo de «señores»: el duque de Berwick vende al vecino de Villalba, D. Valeriano Valdesuso, lo que quedaba del castillo villalbés que era la Torre del Homenaje y un enorme montón de ruinas a su alrededor.
La última fuente pública, aún conocida hoy en día por FONTE DA CARRETERA, fue inaugurada e 29 de marzo de 1899 siendo alcalde D. Andrés Basanta Olano, que lo fue de Villalba durante 30 años. Tal inauguración dio lugar a que Manuel Mato compusiese un poema dedicado al alcalde «con motivo de la inauguración de la Fuente de la Plaza del Castillo», porque...

«De Villalba en la Plaza del Castillo
Era el sueño de todos una Fuente,
Mas casi todo el pueblo inconsecuente
De «¡No hay agua!» lanzaba el estribillo...

Con estos versos de Mato Vizoso me despido del cabreado lector y del MOVIDO SIGLO XIX porque debo prepararme para entrar en el siglo XX y dar fin a esta serie de trabajos con el que será el último de ellos: DEL SIGLO XX AL FUTURO.

Del castillo a la primavera de Cádiz


El Castillo de Villalba, entre otros autores que el cronista que suscribe ha consultado por aquello de que “onde hai letras calan barbas”, es estudiado ampliamente por don Manuel Vázquez Seijas en el Tomo II de su obra “Fortalezas de Lugo y su provincia” –páginas 81 a la 92, ambas inclusive- “En tierras montenegrinas pertenecientes a uno de los antiguos condados que se citan en el Concilio celebrado en Lugo en el siglo VI, el Undecimus Comitatus Montenegrinus dicitur (La España Sagrada, tomo XL, página 348), se halla enclavado este castillo, que en otros tiempos fue recio baluarte, considerado como uno de los monumentos históricos más importantes de Galicia; vigía y defensa de las tierras llanas de la comarca villalbesa”. Recoge igualmente Vázquez Seijas la leyenda según la cual el castillo villalbés fue levantado en el siglo XIII por Rodrigo Sánchez y añade que “algunos escritores hacen constar que ya en el siglo XI, había una fortaleza, fundando esta afirmación en una desaparecida inscripción de la era 1055, año del Señor de 1017”. No cita Vázquez Seijas a Manuel Mato y es aquí donde el cronista, una vez más, debe recurrir a su antepasado de quien tomaron datos, sin duda alguna, el mismo Vázquez Seijas, Francisco Tetamancy, Couceiro Freijomil y otros para fundamentar sus trabajos sobre este nuestro castillo que es una verdadera joya arquitectónica. En efecto, Manuel Mato publicó dos excelentes trabajos sobre y con el título de “El Castillo de Villalba, el primero de ellos en el número 4.791. Año XVI de LA VOZ DE GALICIA, página 1ª, correspondiente al domingo 28 de febrero de 1897, y el otro en el número 110, Año V de EL ECO DE VILLALBA correspondiente al jueves día 29 de febrero de 1912, es decir, lo publicó EL ECO... por su cuenta dado que Mato Vizoso falleció el 9 de febrero de 1909. De estos trabajos vamos a extraer unos cuantos datos que nos pueden servir de base para establecer fundadamente que desde luego el castillo de Villalba existió con mucha anterioridad a la fecha en que tomaron posesión de él los Andrade y que no fue erigido por ellos. Sigamos a Manuel Mato que escribe:
            “Era esta fortaleza” el más curiosos monumento de la arquitectura militar de la Edad Media que se encuentra sino en toda Galicia en una buena parte de ella” como dijo el señor Villaamil y Castro en un artículo que le dedicó hace algunos años. Y suponemos que el cronista de Lugo no sabía que la piedra extraída del Castillo de Villalba cerró con altos muros provisionales, más bien piedras amontonadas, todos los puntos de entrada en el pueblo, para defenderlo de las acometidas de los carlistas en la guerra civil de los siete años; y que más tarde, en 6 de febrero de 1843 se otorgó escritura de transacción entre el municipio de esta villa y un apoderado de la Duquesa viuda de Berwick donde se reguló en ocho mil reales el material que quedó a favor del municipio, sacado de los edificios que comprendía la Fortaleza, debiendo de tenerse en cuenta que entonces apenas valía un real cada carro de piedra en Villalba”.
            Aquí, el cronista debe hacer notar al lector que la cantidad de piedra existente, MAS DE OCHO MIL CARROS, da una idea de la importancia que tuvo el castillo villalbés. Añadiré también, para concretar fechas, que la Primera Guerra de los Siete Años tuvo lugar entre 1833 y 1840 y que el apoderado a que se refiere Manuel Mato y que representaba a la Duquesa viuda de Berwick, se llamaba Pedro Yáñez.
            Pero sigamos con Manuel Mato:
            “Los que se fijan en la figura del jabalí empotrado hacia una esquina por el lado Sur de este edificio, se equivocan al fundarse en esto para conceptuar que también la torre del homenaje es obra de los Andrade.
            La insignia de esta familia fue colocada allí mucho después de terminada la torre, como sería suficiente a demostrarlo así la simple observación de como resulta colocado el monolito que contiene dicha figura y los gatillos de hierro, que no serían necesarios, si esa piedra fuese asentada cuando el edificio estaba en construcción.
            Hace mucho tiempo que habíamos apreciado estas circunstancias, pero ahora se confirmó nuestra opinión con motivo de haberse extraído en estos últimos años los escombros que llenaban el sótano de la torre y mucha piedra y escombros al pie del mismo monumento.
            Resulta, pues, con evidencia, que ni la torre fue deshecha por los hermandinos, ni tampoco fue reedificada por los Andrades con las demás obras de la segunda mitad del siglo XV; estos se concretaron a las fortificaciones recinto, de forma que sirviesen para el uso de la pólvora”.
            “La torre del homenaje del Castillo de Villalba, fue reconstruida sobre los restos de otra que tenía la misma planta que ella tiene, y no sólo se nota diferencia en la obra de fábrica, sino también en el sistema de luces, colocación que tuvieron las vigas en una y otra, y en otros detalles que pueden apreciarse fácilmente”.
            “La fabricación primitiva era exclusivamente de pizarra, mientras abunda muchísimo la sillería en la obra de reedificación, que es la mayor parte; de la antigua se aprovechó por los tres lados, de Norte a Este, hasta una elevación de diez metros; todo lo demás parece levantado a cimientos”.
            “Es seguro que el monograma numeral que se ve en lo alto de la torre al centro de lienzo de pared o lado Sur, en una piedra de grande dimensión a la que casi toca la figura del jabalí, indica la fecha del primer edificio. Contiene dicho monograma en caracteres de alto relieve las letras de M.L.V. unidas en un solo signo, siendo común para M y L el último trazo de la primera y arrancando del mismo el trazo          de la V. Estos caracteres son latinos y el trazo de la L termina en forma de boca de serpiente”.
            “Como el año que esa cifra señala debe de entenderse de la Era española resulta que es el 1017 de J.C., y parece que la piedra en que dichos caracteres están formados debió pertenecer al primer edificio, si es verdad que (como asevera un documento que hemos visto) la torre de Villalba fue levantada por Pedro Fernández de Castro y “se terminó su fábrica en 1330”.
No faltan razones para suponerlo así, puesto que debe presumirse que con motivo del cerco que sufrió en  esta villa el Infante –se refiere Manuel Mato al Infante Don Felipe, hijo de Doña María de Molina, Reina de Castilla y León, y de su esposo Don Sancho IV-, el pueblo quedó por el sitiador Fernán Ruiz de Castro, padre del Conde Pedro de Castro y a éste correspondió, por lo mismo, como sucesor de aquél la restauración de lo que había sufrido desperfectos...”
            “Si esto no mereciese crédito y la mencionada cifra (1017) se refiere a la fecha de la reedificación, en este caso los restos primitivos cuentan mayor antigüedad; de cualquier modo, tienen la suficiente para demostrar que el Castillo de Villalba existía antes que la misma Villa fuese conocida por el nombre actual”.
            De acuerdo con Manuel Mato y aplicando el sentido común que todos poseemos es fácil imaginar que los antiguos Condes de Montenegro no vivirían al aire libre y que tendrían con toda seguridad en Villalba una fortaleza o casa fuerte en la que residir durante su estancia en nuestra villa.
            Además de la destrucción que nuestro castillo sufrió, a finales del siglo XIII cuando D. Fernán Ruiz de Castro, señor de Lemos, sitia en él al Infante Don Felipe, tuvieron lugar otras dos: en 1431, durante la Primera Guerra Hermandiña contra Nuño Freire de Andrade, dirigidos los sublevados vasallos por el famoso Roi Xordo, y durante la Segunda Guerra Hermandiña (1467-1469), esta vez los hermandiños bajo las órdenes de Alonso de Lanzós, Pedro Osorio y Diego de Lemos en la que fueron derribados por la Hermandad casi todos los castillos de Galicia. La última reconstrucción del castillo de Villalba data de 1485 y fue afectada por orden de Diego de Andrade aquel al que los Reyes Católicos hicieron Conde de Andrade y alegó que “no quería se Conde de lo suyo”.
            Perdido por los Castros, en la persona de D. Fernando Ruiz de Castro bajo el reinado de Pedro I el Cruel, el señorío de Villalba, pasa a poder de la casa de Andrade en cuyas manos permanece durante siglos hasta que, por esas cosas que tiene la vida, la hija de D. Fernando de Andrade, el héroe de Seminara, Doña Teresa de Andrade contrae matrimonio con otro Castro –Don Fernando Ruiz de Castro Osorio- primer marqués de Sarria y más tarde Conde de Lemos de manera que la Casa de Lemos se enlaza definitivamente con la de Andrade fundiéndose ambas en Don Pedro de Castro Andrade hijo del de Castro y de la Doña Teresa y por sucesivos entronques se funden también con la de Alba y así vemos que poco antes de la PRIMAVERA de CADIZ –19 de marzo de 1812, Cortes de Cádiz, proclamación de la Constitución de 1812- aparece el señor de los Estados de Lemos nombrando Merino de Villalba en el año 1807 a D. Manuel de Cora Guzmán y Montenegro y para ello consta en documento en el que pueden leerse los títulos que presenta “Doña María Teresa de Silva y Palafox, Marquesa de Hariza y Estepa, madre, tutora, curadora y administradora de la persona y bienes y rentas de mi hijo Don Carlos Miguel Stuard Fitz James, Alvarez de Toledo, Palafox, Ruiz de Castro, Andrade, Pérez de Guzmán el Bueno, Duque de Alba, Conde Duque de Olivares, Conde de Lemos, Villalba y Andrade, etc, etc. etc”.




            Abolidos los señoríos por las Cortes de Cádiz en 1812, en la PRIMAVERA DE CADIZ Villalba pone los cimientos de su verdadera historia e inicia su MOVIDO SIGLO XIX, que será el título del siguiente trabajo.