A
gritos mi corazón
-
los labios sucios de sangre-
va
cantando por la vida
una
canción de vinagre.
¡Qué
bien que todos los mundos
se
vuelven para escucharle!
¡Huid,
estrellas imbéciles!
-
lirios podridos del cielo-.
Estrellas
las de mis ojos.
Lirios
los que hay en mi pecho.
¡Qué bien que todos los mundos
se
vuelven para cogerlos!
Te
desprecio, corazón,
-
sucio de tierra y de sangre-.
¡Corazón, que me avergüenza
que
seas de triste carne!
¡Qué bien que todos los mundos
se
vuelven para mirarte!
Se
oye una voz inmemorial
que
pregona
que
tu canción es de cristal.
Se
oye lejana una canción
que
asegura
que
tu cristal ya se rompió.
¡Adiós, corazón! ¡ Adiós, corazón!