¡Cuántas veces, Señor, cuantas veces
con los ojos preñados de lágrimas
con ardiente, ferviente deseo,
en deseo a tu Trono volaba.
con agudas, punzantes espinas,
laceraron mi espíritu, crueles,
desgarrando inhumanos mi vida.
al través de la noche del alma
yo busqué los caminos que Tú
como faro en la Cruz señalabas.
temerosas las sombras avanzan,
con ingente clamor dilatado
te suplico, Señor, que me
valgas.
por tu Cruz y tus Siete
Palabras
yo te pido con ansia infinita
yo te ruego ¡que salves mi
alma!
¡No me dejes que es frágil la
barca!
Y los golpes de mar impetuosos
y los vientos las velas
desgarran.
hacia Ti, mi Señor, se
levanta,
que me enseñes el recto camino
que conduce a la Eterna Morada.
que recé por las noches y
auroras
¡Padre Nuestro!, Rosarios y
Salves.
¡No me dejes morir entre
sombras!