Me
duelen en los ojos
los ojos de ese niño
que preguntan tan abiertos
sin palabras
tan tristes y tan grandes
sin palabras
por qué no tiene madre.
Me duelen en los ojos
las manos de ese niño
que interrogan tan vacías
sin palabras
tan tiernas y tan frágiles
sin palabras
por qué no tiene pan
y tiene hambre.
Me duelen en los ojos
el corazón, la sangre,
la carne de ese niño
el dolor de ese niño
la orfandad de ese niño
sin palabras
que va preguntando
sin palabras
por qué no tiene pan
ni tiene madre
pero sí tiene hambre
dos hambres.
Me duelen en los ojos
tanto, tanto,
las preguntas del niño
sin palabras
que tengo que cerrarlos
para ocultar mis lágrimas
y que él, el niño solitario
que no llora
no pueda verme a mí
el hombre solo
llorando...
Me duelen en los ojos
los ojos insondables
de esa muchacha pensativa
que quisiera y no puede
para ese niño sin palabras
ser ese pan y esa madre
ese remedio
para las dos hambres
del niño que pregunta
sin palabras
por qué existen palabras
como NIÑO, SOLO, NADA,
NADIE...