No puedo más, amor...
Estoy cansado...
Mucho.
¡Me pesan tanto los zapatos!
¡Y los clavos...! ¡Los clavos!
Esos clavos
que introdujeron día a día
en mi cuerpo
en mis pies y mis manos
quebrándome los huesos
despacio, muy despacio,
a martillazos lentos
para que fuese mi grito
más agudo
y más hondo mi llanto.
No puedo más, amor...
No puede más...No puedo...
Al fin sólo soy el HOMBRE SOLO
un perro solitario
al que hasta abandonó su viejo
amigo
Cristo, el Gran Crucificado,
dejándome indefenso
frente al millón de lobos
-hay quien les llama hombres-
que me acosan de cerca
esperando
que me tienda a morir bajo sus
garras
que deje de luchar
que me abandone
a su asalto.
Y voy a hacerlo porque...
no puedo más, amor...
no puedo, estoy cansado...
Mucho.
¡Me pesan tanto los zapatos!