LARGOS años hace que escribí en mi cerebro un artículo titulado
“Relatividad de la importancia”. Hay unas páginas vírgenes, no sé dónde,
esperando por él. ¿Se publicará alguna vez? ¿Quién lo sabe? ¡Cuánta idea
silenciosa y cubierta de polvo! tal el arpa de Bécquer sin ser, sin embargo,
olvidada, espera su hora de luz en una angustiosa duermevela. Solo diré, al
presente, que, si algún día se pública, mucho de lo que en él se dirá podrá
aplicarse, de modo singular, al libro “Lluvia menuda”, original de Carmiña
Prieto Rouco, poeta villalbesa.
Siendo yo villalbés, como Carmiña, no puedo manifestarme en cuanto
se refiere a la calidad literaria del libro por cuanto mi tendencia natural, en
este caso justificada por razones de paisanaje, me conduciría irrevocablemente
al elogio desmesurado y apasionadamente enaltecedor de la obra, de donde
pudiera resultar que la misma autora viese trazas de burla en un comentario que
habría de brotar más de mi corazón que de mi cabeza, lo que no puede estar más
lejos de mi intención dada la amistad que con Carmiña Prieto me une. Con todo,
si no me es permitido el hacer critica literaria, nada hay que se oponga a que
de noticias del libro ni tampoco a que lo recomiende a aquellos para quienes
será de gran utilidad y que son “catecismos, asociaciones piadosas, colegios y
hasta fiestas de las Ramas de Acción Católica” según se lee en la carta
–reproducida al principio de la obra- que a la autora dirigió el excelentísimo
y reverendísimo señor son Mariano Vega Mestre, obispo de Mondoñedo, al tiempo
que autorizaba la publicación de “Lluvia menuda”, una serie de poemas
navideños, marianos y eucarísticos – en gallego y castellano- propios para ser
recitados por los niños ante un sencillo Nacimiento parroquial, ante la Inmaculada , ante el
Sagrario. Teniendo en cuenta esto. “Lluvia menuda” es un libro excepcionalmente
raro en este tiempo en que los autores se recrean morbosamente en producir
aberraciones literarias de tipo crudísimo y sucio que yo definiría, si se me
consiente la expresión, como “brutalismo degenerado”, un “ismo más. Pero algo
sano queda todavía en el mundo. Y ahí está el libro de Carmiña Prieto Rouco,
como muestra y ejemplo a seguir, En él,-lo diré con palabras de Rubén Darío en
“Los Raros”-: “Hay algo de infantil que deleita y pone en los labios a veces
una suave sonrisa”. Porque el libro de Carmiña Prieto, escrito para niños en
lenguaje de niños, es, ciertamente, suave, como un rocío espiritual. No son
composiciones de ahora. Era yo un niño y ya se recitaban -¿recuerdas, amigo
Picato?- Llegaron hasta mí como un mensaje dulce de la niñez añorada y feliz.