El vagabundo que suscribe (¡Válgame Dios! –exclamará el lector- ya empieza el maldito villalbés con sus impertinencias de siempre) confiesa paladinamente que al iniciar este trabajo, quizás porque se va haciendo viejo, se siente un poco asustado –lo que jamás le había ocurrido al escribir-, ya que al tratar de sintetizar en un trabajo periodístico todo lo que vio recientemente en esa grande y hermosa villa chairega de Guitiriz, así como en las tierras del Ayuntamiento del que ella es cabeza por méritos propios, y todo lo que leyó sobre las mismas en estos últimos tiempos, no está muy seguro, al empezar la faena, de si va a cogerlo el toro a las primeras de cambio poniéndolo como no digan dueñas, es decir, dejándolo para el arrastre, o bien logrará rematarlas saliendo a hombros por la puerta grande después de que el respetable –en este caso los lectores- le haya aclamado a grito abierto una vez ganados a pulso y por derecho, habiéndole echado coraje al asunto, las dos orejas, rabo, vuelta al ruedo y también, ¿por qué no?, su café, su copa y su puro, que tampoco se desagradecen. Pero bueno –como dijo César y sabemos todas las personas medianamente cultas (imitar a Mariano de Cavia es una de las debilidades del vagabundo)- “la suerte está echada” de manera que vamos allá, a pasar impertérritos nuestro particular Rubicón, y que Dios nos coja confesados.
Ocurre
a veces que un muchacho deja pasar años sin fijarse en aquella jovencita con la
que se cruza todos los días por la mañana en la calle y, de repente, un buen
día –o malo, porque en esto del amor nunca se sabe si se va a dar bien o mal el
naipe- descubre que la chiquita es un sol, una flor, un bombón y todas esas
cosas más que de citarlas aquí echarían a perder este trabajo y entonces noche
tras noche, después de apagar la luz al acostarse, se pone a evocar el tierno
brillo de los ojos de la muchacha, el suave color de sus mejillas y el dulce
sonido de su voz o, como dice Guareschi en su “Don Camilo” (página primera,
para más detalles), pasará los días “pensando cómo se habría comportado esa
muchacha si yo me hubiera vuelto emperador de Méjico o si me muriese”. Conste
que hablo del supuesto muchacho y no de mí y aclaro esto con vistas al
malintencionado lector, que nunca falta. Bien, pues algo así le ha pasado al
vagabundo con Guitiriz, sus tierras y sus gentes amables, su pasado y su
presente, sus realidades y proyectos, su futuro, y ahora trata de remediar la
cosa escribiendo acerca de ella, un poco tardíamente, única solución que resta
a los que pensando en las musarañas, o estando en las Batuecas más tiempo del
debido, o paseándose por los cerros de Ubeda cuando debieran estar “ a Dios
rogando y con el mazo dando”, olvidan que “la ocasión la pintan calva”, que
“tempus fugit” y que “lo que puedes hacer hoy no lo dejes para mañana. ¡Así es
la vida! Y luego vienen los problemas. Pero como aún queda aquello de “nunca es
tarde cuando la dicha es buena”, ¡venga!, a escribir sobre Guitiriz, que bien
se lo merece, y “al que Dios se la dé San Pedro se la bendiga”.
El
vagabundo, humildemente aunque sin vergüenza alguna, confiesa también que este
trabajo pudo haber empezado –y terminado- aquí, citando lo que Otero Pedrayo,
don Ramón, escribe en su GUIA DE GALICIA, al describir la línea férrea de Lugo
a La Coruña,
pues en esencia y resumiendo al máximo, lo que va a decir con muchas, con acaso
demasiadas palabras, lo dice don Ramón escueta, concisamente, en muy pocas:
“Todos los pueblos de estas estaciones crecen rápidamente. Ninguno como
Guitiriz, el último de la provincia de Lugo, en tierra alta y fresca, de
gándaras, bosque de abedules y vagas montañas lejanas, gracias al manantial de
aguas medicinales indicadas como eficaces contra las dolencias hepáticas. En el
balneario y en los hoteles se reúne mucha clientela de toda Galicia y de fuera
de ella”. Claro está que don Ramón, en las líneas que anteceden, se refiere a
la fuente del balneario que, oficialmente, fue abierto al público en 1908 y
sobre la cual existe una MEMORIA SOBRE LAS AGUAS SULFUROSO-FLUORADO SODICAS,
FRIAS Y RADIOACTIVAS DE SAN JUAN DE GUITIRIZ (LUGO), publicada en 1954 por la Doctora Jimena F.
de la Vega y
Lombán, hija del Doctor Don Wenceslao F. de la Vega y Pasarín, primer médico director del citado
balneario, memoria de la que, al vagabundo, interesa citar lo siguiente: “...
tenemos, sin embargo, alguna noticia sobre las particularidades de este lugar,
llamado San Juan de Lagostelle, esto es, Lago de las Estrellas, si no engaña la
significación etimológica del nombre. Sobre el terreno que hoy reemplaza al
lago, y mirando a la fuente, se edificó el Balneario...” . El vagabundo,
satisfecho porque ya tiene justificado el título de su trabajo, se frota las
manos alegre y energéticamente y añade que la fuente que dio origen a la
construcción del balneario era conocida por Fuente del Santo –el santo,
naturalmente, es San Juan-. Pero además de esta fuente y balneario famosos
desde hace muchos años, que están situados a la entrada de Guitiriz, a la
izquierda según se viene por la carretera de Lugo-Coruña y a unos 800 metros de la
estación del ferrocarril Madrid-La Coruña, en la que paran todos los trenes sin
excepción alguna y todos los vagabundos a los que no expulsan por su mala
facha, hay que saber que existe otro manantial, a unos dos kilómetros del
centro de la villa, cuyas aguas reúnen idénticas o muy parecidas
características a la de San Juan o del Santo y que se denomina Fuente de Santo
Domingo aunque generalmente es conocida por Fuente de Pardiñas. Esta fuente
está ubicada a la salida del pueblo, dirección Lugo-La Coruña, y el viajero
llega a ella (hay un autocar que luce un gran letrero en el que el vagabundo
leyó: “Servicio gratis” –Para los agüistas- Balneario de Pardiñas) penetrando
en una gran finca cerrada y recorriendo la Avda. de Carlos Roca, que fue el alcalde que
consiguió trasladar la residencia del Ayuntamiento de Trasparga para Guitiriz
en el año 1929. Posteriormente –1947- el también alcalde D. José María
Martinez, consiguió el cambio de nombre, habiéndose logrado el título de villa,
para Guitiriz, en la misma fecha en que fue conseguido el cambio de residencia
del Ayuntamiento.D. Carlos Roca falleció el 4 de diciembre de 1949, a los setenta años de
edad, y según informes que consiguió el vagabundo, de viva voz, el día en que
recorrió Guitiriz a puro pinrel y sudando la gota gorda “era un hombre bueno y
honrado constituyendo su entierro la mayor manifestación de duelo que se ha
visto nunca en la villa”. El vagabundo, que siente particular debilidad por los
hombres “buenos y honrados”, quizás porque conoce muy pocos así, visitó la
tumba de D. Carlos Roca y rezó una oración por su alma en el cementerio que
rodea, por su parte posterior, la antigua iglesia de San Juan, iglesia que fue
edificada a principios del siglo XVII, de estilo románico, construida en piedra
tallada y que ofrece a la vista del curiosos visitante una notable imagen de
San Juan, el Bautista, que da nombre a
la parroquia, imagen también tallada en piedra con admirable perfección. Pero
como esa antigua iglesia resultaba insuficiente dado el enorme desarrollo que
la villa experimentó en los últimos
años, Guitiriz levantó un nuevo y maravilloso templo que al vagabundo, no muy
ducho en estas materias, se le antoja de estilo románico moderno y que, situado
en el Campo de la Feria,
lo mismo que el Parque Infantil, también de reciente inauguración, es una de
las mejores realizaciones que ha conseguido Guitiriz en los últimos tiempos,
entre otras muchas que podrían ser citadas y que ya funcionan o están a punto
de funcionar, como son, por ejemplo, la nueva Casa-Cuartel de la Guardia Civil, el
nuevo alumbrado público, el nuevo grupo escolar, de dieciséis unidades, que
entrará en funcionamiento el próximo mes de septiembre y que cuenta con casa
para administración y dirección, casa para el guarda, pistas polideportivas,
gimnasio cubierto, etc, : el campo de fútbol, cuyas obras van avanzadísimas y
que, más que un campo de fútbol, dada la enorme extensión de terreno con que se
cuenta, constituirá un complejo polideportivo como no existe aún en la
provincia de Lugo y a menos de un kilómetro de la carretera Madrid-La Coruña,
es decir, a unos ochocientos metros del centro del pueblo, esa gran maravilla
de los SIETE MOLINOS, que es ya y lo será mucho más en el futuro uno de los
grandes atractivos que Guitiriz ofrece a propios y extraños. Lugar de una
belleza natural impresionante, los SIETE MOLINOS, que recibe tal nombre de
igual número de molinos existentes sobre el río Forxa, que nace en la Sierra de Montouto, a 12 ó 13 kilómetros de la
villa ha sido aprovechado, dadas las condiciones naturales que el lugar
ofrecía, para construir una piscina de 72 por 200 metros y 3 de
profundidad, obra en la que se han invertido hasta la fecha setecientas mil
pesetas y que muy pronto, este mismo año, será dotada de casetas y servicios
además de un bar que, fabricado sobre las ruinas de un viejo molino allí existente,
uno de los siete que dieron nombre al lugar, situado río abajo, muy cerca de la
piscina, y construido en rústica cantería para que no desdiga de la agreste,
salvaje belleza de la zona circundante, ofrecerán a los bañistas toda clase de
comodidades de modo que puedan gozar al mismo tiempo del confort que exige el
tiempo presente y de la antigua, sorprendente, indescriptible belleza natural
de un lugar al que el vagabundo, que lleva visto lo suyo, calificaría de
paradisíaco si no temiera la sarcástica sonrisa de algún lector de mala uva.
Para dotar de riego asfáltico a la pista que lleva a los SIETE MOLINOS, cuenta
el Ayuntamiento de Guitiriz con la cantidad de un millón de pesetas que le
fueron asignadas por la Diputación Provincial y existe el proyecto de
construcción de una piscina infantil, río arriba, inmediatamente después de la
que utilizan los mayores para sus formidables zambullidas, con lo que la obra
quedará completa y Guitiriz no tendrá nada que envidiar en este aspecto a
ningún pueblo, puesto que, cuenta, a mayor abundamiento, a la entrada de la
villa, dirección Lugo-La Coruña, con otra estupenda piscina propiedad de la Estación de Servicio AS
PONTES, que fue II Premio Nacional de Turismo en 1971, y que ofrece además al
viajero los servicios de cafetería, restaurante y el disfrute de dos pistas de
tenis, al otro lado de la carretera, en plena entrada al balneario de la Fuente del Santo y que, si
se cita aquí no es con afán de publicidad, pues al vagabundo, personalmente, la
cosa no le va ni le viene, sino por el hecho de que AS PONTES disponga de unas
instalaciones tan completas, pues, por otra parte, hay que señalar que Guitiriz
cuenta con numerosos y modernos establecimientos de todo tipo –hoteles,
pensiones, restaurantes, cafeterías, cine, salas de fiesta, bazares, etc.-,
capaces de ofrecer al viajero más exigente todo aquello que pueda demandar, que
es mucho en el tiempo en que vivimos.
“Pero
... ¿Y la Historia,
gran calamidad, y la Historia?
–increpará al vagabundo el malévolo lector de marras-. Sí, hombre, sí, no se
excite. De la historia y de la leyenda, puede hablar también el vagabundo y no
poco, pero lo hará muy de pasada porque si bien podría robar tiempo al tiempo,
el espacio no da para más.
En
GALICIA LEGENDARIA Y ARQUEOLOGICA –Problemas de las “ciudades asolagas”-, de
Luis Monteagudo –Madrid, 1957- puede uno leer:”BOEDO (pantano) de San Juan de
Lagostelle (Guitiriz, 200
metros Sur vía férrea) –Por este sitio, atravesando por
la vía romana de guijarros, aún visible, y hoy convertida en campo de aviación,
(hoy desaparecido, según comprobó el vagabundo) cuando estudiamos dicha vía en
1945, recogimos variantes de la típica leyenda de las ciudades “asolagadas”,
que en este caso pudieran corresponder –por las millas y las coordenadas ptolomaicas-
a la mansión CARANICUM, CARANICO,
CARONICO, CARANICE, del Itinerario Antonio 424...” Y, en Manuel Mato Vizoso
(LAS CIUDADES DE VALVERDE- “La
Idea Moderna”, Año XIV, núm. 3.843, Domingo 18 de Octubre
1903- nos enteramos de que “En la parroquia de San Juan de Lagostelle
(¿Lacustellus?), donde existe una laguna o pantano que llaman BOEDO, no falta
tampoco ese tradicional rumor de una ciudad hundida en las aguas (que hoy sólo
en invierno cubren aquel terreno) pero además se deduce del itinerario de Antonino
que no lejos de aquel sitio estuvo el pueblo o mansión de Caránico, nombre del
que parece venir el del lugar de Graña de Vecín (¿Garania?) por donde aún se
notan los vestigios de la vía romana y hay los restos de un castro.Estas
circunstancias y la tradición de un pueblo hundido en las aguas nos permiten
apreciar un caso de analogía a lo que referimos respecto del “Buriz”, es decir,
la existencia primitiva de un pueblo lacustre, la de un castro después y por
último la de una ciudad o mansión que permanecía en la época romana”. Y en el
folleto GUITIRIZ, de G. Sánchez Pardiñas –1950-se dice: ”Guitiriz está fundado
muy cerca de la antigua: Caronicum, que era una ciudad importante en la época
romana. Se perciben todavía, marcados con bastante nitidez, vestigios de la
carretera militar de la costa que conducía de Braga (Bracara) a Astorga
(Asturica), vía señalada en el celébre itinerario llamado de Antonino Pio. Esta
carretera pasaba por Caronicum, ciudad que llegó a emitir moneda. Nuestra
carretera general de hoy casi no hace más que seguir el antiguo trazado. En una
nota (página 11 de su MEMORIA SOBRE LAS AGUAS...) la doctora Jimena F. de la Vega y Lombán escribe: “Para
algunos historiadores de Galicia, como Risco, el pueblo de Guitiriz está
situado sobre el trazado de la vía XX romana, la llamada “perloca marítima”,
que naciendo en Caldas de Reyes (Aquis Celenis) venía a Betanzos (Brigantiun),
pasaba por (Carónico), el probable Guitiriz actual, para morir uniéndose a la
vía principal número XIX, en la ciudad de Lugo (Luca Augusti)”. También el
folleto GUITIRIZ, citado, afirma –y esta es la actual creencia de los
habitantes de la villa- que “El origen de Guitiriz, cuya denominación actual
deriva del rey suevo Witerici o Viterico, se remonta a principios del sigloVI”.
Que las tierras de Guitiriz, pertenecieron, como las de Villalba, durante
siglos, al Condado o Tierrra de Montenegro, está fuera de dudas, así como que,
al comenzar la Edad
Moderna, tanto la casa de Guitiriz, como la de Parga (otra de
las villas de este Ayuntamiento que registra un constante y rápido progreso)
pertenecían a los estados de Villalba, de los que era dueño Fernán Pérez de
Andrade. Por cierto que, dicho sea entre paréntesis, el vagabundo, sin
fundamento alguno, desde luego, guarda cierto rencor a Fernán Pérez Parragués,
aquel que hizo prisionero al renombrado Alonso de Lanzós, lo que constituyó una
hazaña, y de las grandes, y por cuyo motivo el Parragués fue premiado por
Fernán Pérez de Andrade con tierras que merecía el calificativo de “pingües”. Y
ya que se habla de Parga, el vagabundo debe resaltar el dato curioso de que
éste fue el último de los marquesados gallegos creados a fines del siglo XVII
por el último rey de la Casa de Austria, Carlos II y
que “El Castillo de Parga, hoy totalmente derruido, es una vieja fortaleza
levantada, como muchas de nuestra tierra, sobre un antiguo castro celta. Se
levanta en la orilla del río Parga, en las altas y frías tierras de Guitiriz o
de Trasparga, en el actual partido judicial de Villalba (Lugo)”. “La fortaleza
de Parga, que se alza en una región llena de nombres suevos (Guitiriz, Buriz,
Romariz, Mirón, Recemil, Estremil, Lentimil, Cabarril, etc.) existía ya a
principios de la reconquista”. Tal escribe Emilio González López en EL AGUILA
CAIDA –Editorial Galaxia, 1973-. Y M. Vázquez Seijas –“Fortalezas de Lugo y su
provincia”, Vol. II, 213- nos dice “por documentos del siglo X consta la
existencia del Condado de Parga. Se dice que hacia el año 1110 pertenecía a la Casa de Parga el conde
Ermisón, a quien se debe la fundación de los monasterios de Sobrado y Monfero,
en la provincia de La Coruña,
emparentando sus descendientes con las casas de Guitiriz y Baamonde”. Más
adelante, en la obra ya citada y tomándolo de Vázquez Seijas, nos dice González
López que don José Bolaño de Ribadeneyra y Mariñas “elevó en 1679 un memorial
al rey Carlos II solicitando la concesión del título de Márques de Parga,
basándose en la antigüedad y servicios de las varias casas señoriales gallegas
que representaba. Hasta trece años más tarde, en 1692 no le concedió el rey la
merced que solicitaba. El Marqués de Parga, que hasta este momento no había
tenido una intervención destacada en la vida pública gallega y española en
general, la tuvo ya de marqués en el siglo XVIII, en el que fue capitán general
interino de Galicia y sirvió en el ejército que operaba en nuestra tierra
contra Portugal”.
También
en Vázquez Seijas, si quiere, puede recoger el curioso lector la famosa y
triste leyenda de doña Leonor de Montenegro, nacida en los últimos años del
siglo XIII en el castillo de Támoga, y que estuvo casada, hasta que su marido
ordenó decapitarla, con el valiente caballero D. Gutierre Pardo de Gayoso hijo
de D. Alonso Pardo de Gayoso, señor de Caldaloba, de Narla y de Guitiriz. Pero
dejemos las leyendas y volvamos a la historia.
En
cuanto a la historia de los pueblos se refiere, el vagabundo tiene su personal
teoría y, con razón o sin ella, que eso
no lo sabe, opina que la real, la verdadera, la propia y singular, la
particular historia de los pueblos comienza únicamente en el momento en que
esos pueblos pueden considerarse libres, se independizan de feudales y otros
tales, de condados y marquesados, y empiezan a caminar por sí mismos. Ese
momento tiene sus raíces en la
Constitución de 1812 y empieza a cumplirse en 1820. Veamos al
efecto lo que escribió Manuel Mato, tío-abuelo del vagabundo, en
“JURISDICCIONES Y COTOS ANTIGUOS DEL PARTIDO DE VILLALBA”. –“La Idea Moderna”, Año
XV, núm. 3.997, Martes, 26 de Abril de 1904. Escribe Manuel Mato:”En el año
1820, se publicó de nuevo la
Constitución o Código político de 1812. Galicia se declaró en
una provincia única, que se dividió entonces en 47 partidos judiciales y 634
Ayuntamientos o distritos municipales; Villalba fue uno de estos partidos y
contaba 13 Ayuntamientos designados con los nombres de Villalba, Lousada,
Baamonde, Saavedra, Angeriz, Arcillá, PARGA Y LAGOSTELLE, Santa Cristina,
Meira, Castro de Rey, Otero de Rey y Narla”. –las mayúsculas PARGA Y LAGOSTELLE
hay que cargárselas en cuenta al vagabundo, que es un fresco-. “En Julio de
1823, queda abolido de nuevo el régimen constitucional, quedando suprimidos los
juzgados de primera instancia...” “En 1834, con la promulgación del Estatuto
Real, se mandó por decreto de 21 de Abril que las nuevas provincias señaladas
en 30 de Noviembre de 1833, quedasen subdivididas en partidos judiciales, y uno
de ellos fue Villalba, que correspondió, como es natural, a la provincia de
Lugo”. “Por aplicación del Real Decreto de 23 de Junio de 1835 el partido
judicial de Villalba quedó compuesto de cinco Ayuntamientos en la forma
siguiente: Villalba, con 53 parroquias y 2.595 vecinos, Parga y Guitiriz con 13
parroquias y 485 vecinos. Baamonde con 8 parroquias y 258 vecinos. Otero de Rey
con 18 parroquias y 444 vecinos y Castro de Rey, con 5 parroquias y 167
vecinos.”
Todo
eso nos dice Manuel Mato y por él mismo nos enteramos de que las cosas
continuaron así hasta fines del año 1840 en que “quedó compuesto el Partido
Judicial de Villalba, según lo está en la actualidad, en los 5 distritos
municipales de Villalba (29 parroquias), Trasparga (19), Begonte (29), Cospeito (20), y Germade (10)”.
Pasó el tiempo y ya hemos visto cómo Guitiriz, con el correr de los años llega
a ser la sede definitiva del Ayuntamiento de su nombre -1929, fecha en que
también se edificó la
Casa Consistorial hoy existente-.
Actualmente,
el Ayuntamiento de Guitiriz, con sus 278 kilómetros
cuadrados es el tercero en extensión de la provincia de Lugo, ya que únicamente
le aventajan en kilómetros cuadrados los de Cervantes y Fonsagrada y es cabeza
rectora de las siguientes parroquias: Guitiriz, Parga, Labrada, Buriz,
Villares, Santa Cruz, San Salvador, Roca, Trasparga, Becín , Santa Leocadia,
Piedrahita, San Bréjome, Mariz, Villar, Negradas, Santa Marina y Pígara-Soaje.
En total 18 parroquias unidas entre sí por una red de pistas perfectamente
utilizables, eso aparte de las carreteras Friol-Parga, Momán-Parga,
Coruña-Santander por Pígara-Soaje, Guitiriz a Sobrado de los Monjes, que acorta
mucho la distancia con Santiago, Guitiriz-Villares y carretera al Campamento
Militar de Santa Cruz. Todas las parroquias del término municipal de Guitiriz
cuentan con luz eléctrica y en todo el Ayuntamiento son solamente 18 vecinos
los que carecen de ella por el momento. Y ya que se habló de caminos y puesto
que los caminos están hechos para ser caminados hay que decir que el curioso
viajero tiene muchas cosas que ver recorriendo las tierras del Ayuntamiento de
Guitiriz entre las que el vagabundo citará, por aquello de que debe de ponerse
algún ejemplo, la Capilla
de San Alberto –siglo XIII- en Puente Cuitelo, o los restos del Convento de
Labrada, que perteneció a la
Orden Bernarda y, dependiendo en un principio del de Monfero,
pasó más tarde a depender del de Sobrado, que pertenecía a la Orden del Císter; o bien las
ruinas del castillo de Parga, o el Castro (en Buriz-Trasparga) en el que se
supone existió una estación palustre, etc., etc., etc. Y, si aspira a más altos
vuelos, hoy, en que todo el mundo anda sobre ruedas, menos esa rara especie de
bípedos a extinguir que se llaman peatones y a la que, por suerte o por
desgracia, pertenece el vagabundo que suscribe, puede el viajero desplazarse a La Coruña, Lugo, Santiago,
Ferrol, Ribadeo, Vivero, y tantos y tantos pueblos que también tienen lo suyo
que ver y que enseñar y que, a paso de coche, puede decirse que están a una
distancia equivalente a lo que alcanza “un tiro de escopeta” –como decimos los
gallegos- o todo lo más a lo que supone “unha carreiriña de can”.
En
fin, como la cosa se va haciendo larga y el vagabundo supone que el ánimo del
lector está que arde, se dispone a entrar a matar, es decir, a rematar la faena
por las buenas y que salga el sol por Antequera. Pero no lo hará sin antes
recordar que D. César Barja, nacido en Trasparga y vecino que fue de Baxoy y
tío del actual arquitecto de la Excma. Diputación Provincial, Sr. Pérez Barja, ha
sido una de las relevantes personalidades que dieron a luz estas tierras
fértiles en todos los aspectos. Fue notario de Guitiriz y llegó a ser
catedrático de Universidad en los EE.UU. de Norteamérica. En vida, reunió una
biblioteca de un valor extraordinario, parte de la cual fue legada a la primera
biblioteca que se funde en Guitiriz. Hay ya terrenos adquiridos al efecto y se
está tramitando la construcción del edificio pertinente con la Dirección General
de Archivos y Bibliotecas. Y, cosa rara y curiosa que el vagabundo no quisiera
dejarse en el tintero por nada del mundo, ha de saber el valeroso lector que
tuvo coraje suficiente, y paciencia, para llegar hasta aquí, que desde la
entrada de Guitiriz hasta Santa Cruz de Parga, en una longitud de unos seis
kilómetros y anchura desconocida, existen unas canteras de un raro, extraño
granito verde, de dureza superior a la del mármol,al que una gran empresa de
Vigo que trabaja para el mundo entero, incluso para U.S.A, da el nombre de
Granito de Santiago, pero lo cierto es que se trata de Granito de Guitiriz y
también que en todo el planeta llamado Tierra, hoy por hoy, de esta clase de
material, granito verde, sólo se conocen estas canteras y otras existentes en
Alemania.
Con
esto, el vagabundo da por terminado su trabajo y se dispone a soñar que él no
es tal vagabundo sino un hombre prehistórico que se baña –de noche- en
Lagustelle, en el LAGO DE LAS ESTRELLAS, mientras bebe con los ojos la extraña,
titilante, misteriosa, poética luz sideral procedente de los astros remotos que
melancólicos y serios se miran atentamente en el tranquilo espejo del agua que
el paso de los siglos hará desaparecer.