Abolidos los señoríos por las Cortes de Cádiz, según decreto de 6 de agosto de 1811, desaparecen para siempre jamás amén el título de Condado que durante largos y ominosos siglos había pesado sobre las tierras y los hombres de Villalba y con él los abusos de los potentes señores, de forma que los villalbeses, liberados del vasallaje, pueden considerarse hombres libres al depender única y directamente de la Corona y así, en el año 1815, D. Manuel Cora y Guzmán de Montenegro toma posesión del cargo de «juez por Su Majestad de la Villa y jurisdicción de Villalba» y del mismo modo serán nombrados aquellos que le sucedieron en tal cargo.
Todo el siglo XIX español es
una lucha constante entre absolutistas y liberales, entre progresistas y
moderados, entre isabelinos y carlistas, constituyendo un permanente vaivén a
veces trágico, dramático siempre. Así, la Constitución
proclamada en 1812 queda sin efecto –cosas de Fernando VII– entre 1814 y 1820
año éste en que el rey, atemorizado, jura la Constitución, que
vuelve a entrar en vigor quedando entonces Galicia formando una única provincia
con 47 partidos judiciales y 634 ayuntamientos. Villalba, con trece
ayuntamientos, fue uno de esos partidos judiciales.
En 1834 se promulga el
Estatuto Real –había fallecido ya el rey que usaba paletó–, se efectúa una
nueva división de España en provincias y Villalba, integrada en la provincia de
Lugo, continua como partido judicial.
Definitivamente, en 1835, la
provincia de Lugo queda divida en los once partidos judiciales actuales, entre
los que se encuentra Villalba que integra los ayuntamientos de Villalba, Parga
y Guititiz, Baamonde, Otero de Rey y Castro de Rey. Tal división continúa hasta
finales de 1840 en que tiene lugar el último y definitivo arreglo de los
ayuntamientos quedando entonces el partido judicial de Villalba compuesto por
los ayuntamientos de Villalba, Trasparga, Begonte, Cospeito y Germade.
El 14 de junio de 1835 la
reina gobernadora –D.ª María Cristina– nombra alcalde mayor interino al señor
D. Joaquín Sanjurjo Valledor, que era abogado, y éste toma posesión de su cargo
con fecha 6 de agosto. El 2 de octubre prestan juramento como regidores D.
Francisco Basanta y Cornide, D. José Antonio Silveiro y D. Ramón Carreira y
Prado y, como diputados, D. Andrés Taibo Vilariño y D. Pedro Vizoso y Silva.
Celebrada la primera reunión bajo la presidencia del alcalde mayor –eran
tenientes de alcalde D. Vicente Poupariña y D. Ramón Gesto– se acuerda realizar
la rotulación de las calles y plazas, la numeración de las casas de la villa y
la redacción de un bando de policía y buen gobierno de la población que el
cronista que suscribe lamenta en el alma no poder transcribir, por falta de
espacio, para conocimiento de tirios y troyanos, pues a todos, seguramente,
había de interesar.
Realizadas las elecciones
municipales, en las que participaron 2.018 electores, toma posesión del nuevo
ayuntamiento compuesto del alcalde, dos tenientes de alcalde, un procurador
general o síndico y siete concejales, continuando como juez de primera
instancia del partido el ya citado D. Joaquín Sanjurjo Valledor.
Escribió Antonio Peña Novo
que «Al ser suprimidos definitivamente los cotos,
constituida la villa como partido judicial, puede decirse que empezó su
desarrollo». En efecto, así fue y los resultados están a la
vista. La Villalba
que en 1762 contaba solamente con una población de 83 vecinos entre los que
figuran 13 zapateros, número excesivo que llama la atención considerando lo
escaso de la población; la
Villalba que aún en 1809 no cuenta más que con 84 vecinos,
habiendo aumentado tan solo 1 en los 47 años que median entre 1762 y 1809, esa
Villalba aparece de pronto, en 1842, con 199 vecinos y 804 almas, siendo las
calles más pobladas la calle Nueva con 25 vecinos y 105 almas; la calle Real,
con 20 vecinos y 84 almas y la calle de San Roque, con 14 vecinos y 51 almas.
En el diccionario de Madoz (Madrid, 1850) se lee que por aquel entonces
Villalba tenía 152 casas «cuyo aspecto mejora
notablemente y a las que se les van dando mayores comodidades».
Presidiendo la sesión el alcalde
D. Vicente Poupariña, los villalbeses juran la Constitución de 1837 «en punta al
cumplimiento del soberano decreto del quince de julio último» con fecha 23 de
julio del citado 1837, habiendo acordado antes –el 10 de julio– «que se convoquen
todos los señores Curas de ese Distrito Municipal, afín de que sin el menor
pretesto concurran a Jurar y Solennizar en dho. día veinte y tres las funciones
solegnes que se han de celebrar en la Iglesia de sua Villa...».
Y como en aquel tiempo
ocurría «que mediante en esta Villa, ni en sus inmediaciones
no hay música alguna ni de donde pueda valerse Comboquen pa. dhos. dos días dos
Gaiteros con sus correspondientes tambores de Cajas...».
Suponemos que así se hizo y
en cuanto a lo de la música se arregló pocos años después porque en 1850 «se organizó en
Villalba una Banda de Música, para dirigirla vino de Lugo D. José García, a
quien los aprendices daban seis reales diarios». Por cierto que ese
mismo año 1850 –el 9 de octubre– se produce una fuga de presos de la recientemente
construida Casa-cárcel –lo había sido en 1843– al abrir la puerta rastrillo del
ayudante carcelero, Manuel Leal, para llevarles comida a los presos, éstos se
abalanzaron sobre él «con navaja en mano, y forzaron el rastrillo y
la puerta principal y maltrataron al ayudante, a su mujer y a otros que con
energía se opusieron a su fuga, que sólo pudieron realizar cuatro, llamados
José González Manguelo, Juan Virosta, Manuel Prado y Juan Lacha».
Aquí el cronista, viendo que
el espacio se agota, y por si fuera poco lo anterior para justificar el título
de este trabajo, va a dar unas cuantas noticias que juzga de particular
interés, sobre todo para los villalbeses.
Enero 1833 y 1840, Primera
Guerra Carlista o de los Siete Años, los villalbeses se ven forzados a
contribuir con su trabajo personal a reconstruir las murallas del Castillo, con
objeto de impedir la entrada de los «facciosos» en la villa y esto
más de una vez, teniendo además que montar guardia en las entradas del pueblo
desde las nueve de la noche hasta las seis de la mañana. Por ejemplo cuando por
acuerdo de 11 de julio de 1835 el ayuntamiento hace saber que «la facción de Navia
capitaneada por el Cura Freujo ascendía a doscientos cincuenta hombres y que
los prisioneros que se rescataron oyeron decir a los facciosos en el corto
tiempo de su permanencia entre ellos que tenían por uno de sus principales
objetos el atacar a esta villa...».
En 1839 Pedro Yañez,
apoderado de la Casa
de Berwick y Alba, inicia pleito contra los villalbeses por la posesión del
Castillo, posesión que venían disfrutando «sin la menor
perturbación de persona alguna» desde 1815. Se llega a un
acuerdo en 1843 y los villalbeses renuncian a la posesión de la Torre del Homenaje a cambio,
como ya sabemos de los OCHO MIL CARROS de piedra de que ya tenemos noticias.
En el mismo año 1839 fallece
D. Antonio María Luaces y Silva «que tenía el título de
profesor de Arquitectura y fue muy celebrado como escultor».
En 1840 se acuerda la
reconstrucción de las fuentes públicas de la villa, llamadas de San Juan y de la Puerta de Cima, obras
adjudicadas en 6.400 reales para la primera y en 1.500 para la segunda y que
fueron terminadas en 1841 por D. Vicente Sáez, que se encargó de ellas por
fallecimiento del contratista D. Antonio Luaces.
En 1867 es demolido el
antiguo templo de Santa María para construir en su lugar uno nuevo.
En 1870 comienza la
construcción del nuevo templo parroquial hoy existente, terminando las obras en
agosto de 1893.
Entre 1860 y 1900 se
construyen las carreteras que cruzan la villa, a excepción de la de
Villalba-Betanzos, por Irijoa, que se hace en 1905 y la de Villalba-Meira que
no se abre hasta 1914.
En 1894 se construye la Casa-escuela, para
cuatro maestros, se aprueba por la corporación municipal el Reglamento de la Banda Municipal
que dirige Santiago Mato Vizoso, abuelo del infrascrito, y fallece a los
cincuenta años de edad el cura-poeta D. José María Chao Ledo.
En 1897, por fin, se produce
un hecho «adiós muchachos compañeros de mi vida» que desvincula
totalmente y definitivamente a Villalba de todo tipo de «señores»: el duque de
Berwick vende al vecino de Villalba, D. Valeriano Valdesuso, lo que quedaba del
castillo villalbés que era la
Torre del Homenaje y un enorme montón de ruinas a su
alrededor.
La última fuente pública,
aún conocida hoy en día por FONTE DA CARRETERA, fue inaugurada e 29 de marzo de
1899 siendo alcalde D. Andrés Basanta Olano, que lo fue de Villalba durante 30
años. Tal inauguración dio lugar a que Manuel Mato compusiese un poema dedicado
al alcalde «con motivo de la inauguración de la Fuente de la Plaza del Castillo», porque...
«De Villalba en la Plaza del Castillo
Era el sueño de
todos una Fuente,
Mas casi todo el
pueblo inconsecuente
De «¡No hay agua!» lanzaba el
estribillo...
Con estos versos de Mato
Vizoso me despido del cabreado lector y del MOVIDO SIGLO XIX porque debo
prepararme para entrar en el siglo XX y dar fin a esta serie de trabajos con el
que será el último de ellos: DEL SIGLO XX AL FUTURO.