Eladio Insua Bermúdez, excelente pintor, es hermano del llorado –y malogrado- Antonio Insua cuya obra, escasa pero muy notable, hacía presagiar una madurez que le hubiera llevado a escalar las más altas cumbres de la fama, en este difícil arte de la pintura, si la muerte no le hubiera arrebatado prematuramente. Eladio Insua, continuador de su hermano, expone este año en Villalba con motivo de las fiestas de San Ramón. Aprovecho la ocasión de que se encuentra entre nosotros para charlar con él acerca de su obra. Me gusta hablar con los artistas, escuchar sus imprevistas, curiosas y desconcertantes definiciones de los hombres, de las cosas, de lo abstracto y lo concreto, de lo físico y lo metafísico y ver, de pronto, como, cuando hablan de su arte, a veces, enmudecen, repentinamente pensativos, con una sonrisa olvidada en los labios, tal una bandera sin objeto, una bandera que alguien, no sé quién, no sé para qué, abandonó en su mástil en espera, quizás, de un viento nuevo y potente que la haga ondear, flameante, otra vez.
-Eladio
–le digo-, yo no soy un entrevistador profesional, pero me gustaría que me
hicieses unas declaraciones, en exclusiva para EL PROGRESO, ese testigo, desde
hace muchos años, de mis pecados literarios. ¿Conforme?-
-Conforme
–responde-. Es más, me agrada que seas tú precisamente el que me hagas
preguntas sobre mi obra porque sé que me ahorrarás aquellas interrogaciones tan
redichas, consabidas, impertinentes, de si me gusta Dalí o de si Picasso…
Además, como amigo y de villalbés a villalbés, no podría negarme.
-Bien.
¿Desde cuándo pintas?
-Desde
que tengo uso de razón.
-Es
extraño. Hace veinte años, los villalbeses en general, y yo en particular,
ignoraban tus cualidades, y calidades, pictóricas.
-En
efecto. Hasta 1955 no me decidí a mostrar al público mi obra íntima. Me
dedicaba a la pintura decorativa, impersonal, digamos pintura industrial. No
estaba seguro de mí mismo ni de si debía, o no debía, aventurarme por el camino
que, desde entonces, emprendí. En esas fechas pensé que sí, que llevaba algo
dentro, algo importante, y que debía mostrarlo, que no tenía derecho a
reservarlo sólo para mí.
-Desde
entonces, Eladio, has recorrido un largo camino. ¿Muchas exposiciones?.
-Bastantes.
Expuse en varias, -Madrid, La
Coruña, Oviedo, Lugo-, ciudades españolas, entre ellas El
Ferrol del Caudillo y, hace unos cinco años, aquí, en Villalba, nuestra común
tierra natal.
-Deduzco,
en consecuencia, que tu obra es conocida en muchos lugares de España.
-Naturalmente.
Por España adelante hay obras mías en distintas ciudades y pueblos y algunos
cuadros, varios, emigraron a Hispanoamérica.
-¿Qué
tal la crítica?
-Muy
bien. En general, la crítica ha sido muy generosa conmigo debido quizá a la
técnica que empleo y que tantos años me costó dominar. Consiste en la mezcla de
tinta china con el óleo- que, según los entendidos en pintura, es una técnica
casi totalmente desconocida o al menos muy poco usada, por lo difícil y
laboriosa, sobre todo en estos tiempos en que nadie se quiere parar a hacerlo
bien, por las dichosas prisas. Es una técnica –de dibujo sobre óleo- con la que
pueden obtenerse calidades que podemos calificar de mágicas.
Entiendo,
Eladio, que con el descubrimiento y utilización de esa técnica rarísima
tu pintura habrá sufrido cierta
transformación, lo que se dice evolución…
-Cierto.
Y no sólo por esa razón. Siempre evoluciona uno con el paso del tiempo y se
encuentra con que, cada vez, va haciéndolo mejor, aún sin proponérselo, pues
para algo tienen que valer los años y la experiencia, la dedicación plena, el
“oficio”, la lucha constante, en definitiva, para realizar, plasmar en los
cuadros lo que se lleva dentro.
-¿Qué
temas prefieres, Eladio?
-Calles
típicas, cristos, mascaradas, paisajes…
-¿Gallegos?
-No
preferentemente. Mi temática es universal. Con raíces gallegas, sin duda, pero
universal. No quiero encasillarme ni siquiera en lo costumbrista.
-Y…
¿pintas diariamente o esperas que surja la inspiración?
-Desde
hace años pinto diariamente. Puede decirse que vivo exclusivamente para pintar
y pienso, con dolor, que la vida es muy corta para realizarse plenamente. Por
eso, hay que aprovechar el tiempo al máximo.
-¿Puedes
decirme si eres un pintor “caro”?
-No.
No soy caro. Mis cuadros, en general, están al alcance de todos los bolsillos.
Procuro que así sea y les pongo precios muy inferiores a su valor real, porque
trabajo para la posteridad. Un artista
busca supervivir, prolongarse en el tiempo y en el espacio. Por esa razón le
interesa más la difusión, esa “múltiple presencia” más allá de uno mismo no
puede conseguirse si niegas a la mayoría de las personas la posibilidad de
adquirir una obra de arte, tuya. No todo el mundo es rico.
-Muy
bien contestado. Y dime ahora, ¿crees importante exponer en Villalba? Al fin,
Villalba es un pueblo más bien pequeño y, según yo creo, con escasas
inquietudes artísticas, salvo las “honrosas excepciones” de siempre.
-Es
importante, claro que sí. El artista no debe acudir solamente a las capitales y
grandes ciudades sino que debe también acercarse a los pueblos, por pequeños
que sean. El arte debe estar al alcance de todo el mundo, precisamente para
despertar, en unos casos, y desarrollar, en otros, la sensibilidad de las
gentes. Y si se trata de su propio pueblo con mayor razón. Un artista es un
sembrador, o debe serlo, de esas inquietudes de que hablas y cuanto más amplio
sea el campo, mejor.¿No te parece?
-Evidente,
amigo Eladio. Y ahora quisiera saber qué pintores han influido en ti,, si es
que ha influido alguno.
-Goya
y Solana, fundamentalmente. Para mí los más fuertes, los más auténticos.
-Una
pregunta un tanto rara. Puedes negarte a contestarla, si quieres. ¿Hay algún
cuadro tuyo que te haya hecho arrepentirte de haberlo pintado?
-En
absoluto, porque si un cuadro no me gusta, si no me satisface, lo destruyo y
nadie lo sabe ni lo ve.
-Pero
en ese caso… ¿Qué siente el artista, tú, concretamente?
-Un
gran disgusto, una enorme decepción y la seguridad de padecer de insomnio por
lo menos una noche entera.
-Pero
bueno, en una obra frustrada puede existir algo digno de ser conservado: cierto
color, una mano muy lograda, la expresión de un rostro, aquellas nubes que dan
una inmensa sensación de paz sobre el paisaje fallido…
-Sí.
Algún cuadro, por una u otra razón, es indultado, pero no sale a la luz
pública. Luego, cuando uno ya no viva, juzgará la posteridad.
-¿Cuántas
obras presentes al público en esta exposición de Villalba?
-Más
de treinta.
-Buen
número.¿Algún tema chairego?
-Sí.
Alrededores de Villalba, hacia Cospeito. Por ejemplo hay tres o cuatro
“cruceiros” entre pinos.
-No
eres un pintor que haga mucho ruido. ¿A qué se debe?
-Me
gusta trabajar en silencio, sin alardes espectaculares. No soy partidario de
una publicidad que muchas veces carece de base. como te he dicho, trabajo para
la posteridad y es ella la que ha de juzgarme en mi obra.
-Bien,
Eladio, muy bien. Eres modesto, humilde, como todos los artistas villlalbeses,
pero hay algo que debo decir y lo diré, aunque ofenda esa modestia tuya: Ya
eres profeta en tu tierra. Eso quiere decir mucho. Adelante. ¿Seguirás?.
-Sí,
seguiré. Pintaré siempre toda mi vida, hasta morir.