Ven ya, pálida amiga


Ven ya, pálida amiga,

y bésame en los labios

pues quiero unir al tuyo

mi cansancio.

Con un gran gesto lento

nos uniremos por siempre

en un abrazo

y seremos

un sólo cuerpo inerte

como un viento sin fuerza

como un árbol anciano

que se rinde sin gritos

ritualmente

fiel al último hachazo.

 
Ven ya, pálida amiga,

y recupérame

para tu mundo oscuro

sin cansancios

con ese último beso

dulce, trémulo y frío

que saben dar tus labios.

Sin gozo y sin pesar

-estoy cansado-

tranquilamente tuyo

me iré contigo

adonde duermen tantos.