Próxima a celebrarse en Villalba, por quinta
vez, la festividad conocida por Día dos Pepes, considero oportuno publicar la
semblanza de cuatro de ellos que por ser unos “fuera de serie” –como se dice
ahora-, destacan entre los demás en un pueblo en el que tanto abunda el nombre
de José. Y vamos ya, sin más preámbulos, al grano.
José Antonio Paz, el Pepe a quien, sin embargo, unos llaman Antoñito,
otros Paz, simplemente, y algunos Antonio, pero ninguno José, es bastante alto,
enjuto, nervudo, y nervioso, vehemente. De rostro serio, adusto, anguloso, te
mira fijamente con sus grandes ojos inquisitivos –cuando hablas- y, de repente,
corta tu peroración con un gesto formidable y un tajante, rotundo “¡Bah,
patrañas!” que te deja seco. De pronto sonríe y su cara se ilumina toda, de tal
modo que crees te está sonriendo un bienaventurado. Entonces te das cuenta de
que te hallas ante un gran tipo; un tipo que no comulga con ruedas de molino,
pero que sabe comprenderte y disculpar tus errores. Dotado de un oído
privilegiado y de una voz educada, agradable y potente, te asombra al
interpretar un “solo” y es elemento indispensable de cualquier coro, orfeón o
conjunto vocal que se forme en Villalba.Sus dotes excepcionales de imitación o
caricato le llevarían al triunfo si quisiese tentar a la fortuna. Humilde,
piadoso, excelente persona, serio habitualmente, alegre cuando la ocasión lo
demanda, su popularidad es merecida. Estupendo jugador de fútbol en otro
tiempo, formaba pareja defensiva con Pepe Ramil-René- y cuando en la puerta
figuraba Ramón Rico –Cubano I-, el Racing Villalbés era casi imbatible. Este es
Paz, un tipo como hay pocos. A Pepe Mato es inútil llamarle José Mato. Para
todo el mundo es Pepe Mato y sanseacabó. Alto y bien entrado en carnes, fuerte,
robusto, sanguíneo, jocundo, es este un Pepe “cheo de salú” que –diría Epi, el
Pepe filósofo- “percura vivir sempre coma un Pepe”. Optimista por naturaleza,
casi diríamos que de profesión, su buen humor es inalterable y su carácter le
empuja a unirse a aquellos que cantan, ríen o bromean. En la cena de los Pepes
villalbeses, dirige siempre las canciones a coro y, situado en el centro de un
gran corro, gesticula entusiasmado al tiempo que canta, él también, a pleno
pulmón. Artista, como casi todos los Mato, toca diferentes instrumentos de aire
y es un virtuoso del trombón. El es el que, durante la cena, entre plato y
plato, dice: “¡A ver, a ver! Agora tócanos iso de... “si vas o San
Benitiñooo...” Y cuando la cena termina:” ¡A gaita! ¿onde vai a gaita?”. Por
nada del mundo perdería el pasacalles final que pone término al Día dos Pepes.
Simpático, ingenioso, siempre alegre, con
Pepe Mato se puede ir andando al fin del mundo sin miedo de aburrirse: pero...
“hai que levar unha bota de viño” porque, ya se sabe, “con pan e viño ándase o
camiño” y tripas llevan pies”. El optimismo de este Pepe no cabe duda de que
está bien fundado: tan bien fundado como su popularidad.
Pepe Durán es de mediana estatura, tez
morena, rostro ovalado, ojos más bien grandes, nariz recta y cuerpo bien
proporcionado, Flemático, a primera vista, tal un inglés, si quieres sacarlo de
sus casillas no tienes más que decirle que el Real Madrid, en conjunto, es un
“petardo” y los jugadores madridistas son, individualmente, unos
“maletas”.Entonces le verás furioso como un sioux, locuaz como un napolitano,
apasionado como un árabe, y podrás asistir a la demostración, a todas luces
evidente, de cuándo, dónde y por qué el Real Madrid se proclamará campeón
nacional de Liga y Copa. Esto, incluso mucho antes de que Karag haya hecho sus
célebres vaticinios y aun en contra de la opinión del famoso pronosticador
deportivo. Luego, si las cosas no ruedan bien, ahí tenemos a Karag, el mago, el
vidente, que también se equivoca y además, a mayor abundamiento, para algo
están los árbitros, las lesiones, los palos de las porterías, y por encima de
todo, ella, la veleidosa, la voluble, la inconstante, la tornadiza fortuna, que
goza enfrentándose al Real.
Serio, bondadoso, amable, desprendido, este
Pepe guarda un maravilloso secreto: sus pobres. Practica la caridad, esa
excelente virtud cristiana, sin que su mano izquierda sepa lo que hace la
derecha. En este conmovedor detalle se demuestra la grandeza de su corazón.
Asimismo jugador de fútbol, como Paz, hace pocos años todavía, fue uno de los
mejores interiores que pasaron por el Racing Club Villalbés.
Por esas y otras buenas cualidades que le
honran, creo que es este un Pepe excepcional y por ello procede sacar su
semblanza a la luz pública.
José Luis Mosquera, popularmente conocido por
su nombre deportivo de “Chelo”, es el Pepe más alto de Villalba. Es altísimo,
fortísimo, y temo que, con la edad, llegue a ser gordísimo. Sus buenas
cualidades morales están a tono con sus condiciones físicas, es decir, las
posee en grado superlativo. Es proverbial la nobleza de que hacía gala en sus
tiempos de jugador de fútbol, a pesar de que su imponente contextura corporal
le hubiera permitido llevar todas las ventajas caso de querer, no ya abusar,
usar simplemente en su totalidad de todos los recursos que podían ofrecerle,
frente a la inmensa mayoría de sus oponentes, su gran peso, su elevada
estatura, su enorme fortaleza, la tremenda potencia de sus disparos con ambos
pies y la increíble fuerza de sus impresionantes testarazos.
En la vida cotidiana, lo mismo que hacía en
los campos de fútbol, este notable Pepe sigue demostrando la reciedumbre, la
solidez, la firmeza de sus cualidades morales y así nos encontramos con su gran
preocupación, su mayor anhelo, su “violín de Ingres”- digásmolo al viejo estilo
para fastidiar a la “nouvelle vague”, que dice “hobby”- es el Asilo de Ancianos
de Villalba.”Hay que ayudar a los ancianitos. Hay que dar. Hay que
pedir”-repite Chelo a cada dos por tres. Y la gente va y ayuda y da y pide.
Aunque sólo fuera por ese amor a los ancianos
desvalidos, por esa dedicación a la vejez necesitada, por esa entrega constante
a tan admirable labor, merecería este tocayo mío, altísimo física y moralmente,
la enorme popularidad de que disfruta en el pueblo.
Termino; pero no sin pedir perdón a estos
cuatro queridos amigos, a estos Pepes inefables, por haber herido, sin duda, su
modestia, al publicar estas someras semblanzas.