Villancico de los Magos


Los Magos de Oriente

han visto una estrella.

Larga caravana

sale de Caldea.

Hacia el Niño Dios

el astro la lleva.

 

En lecho de paja

el Niño Jesús,

durmiendo tranquilo

sueña con la Cruz.

 

Cargados camellos.

Caminos de arena.

Altos dromedarios.

Luz de luna llena.

Los Magos de Oriente

siguen a la estrella.

 

En cuna de estiércol

duerme el Redentor.

Los pastores cantan:

¡Do, re, mi, fa, sol!

 

Los Magos de Oriente

llegan a Belén.

La estrella se para,

los magos también.

Entran en la casa

y adoran al Rey.

 

¡Cabecita de oro!

¡Piel de luz de luna!

El Niño Jesús

despierta en su cuna.

 

Como a Dios incienso.

Oro como a Rey.

Como a hombre mirra ...

¡Ya no hay otra ley

que la que nos trajo

el Niño de Belén!

 

Allá en las majadas ...

¡Gloria, gloria a Dios!

Cantan los pastores:

¡Sol, fa, mi, re, do!

 

Ya se van los Magos

hacia la Caldea.

Por no ver a Herodes

siguen otra senda.

¡No averigüe el monstruo

donde está la Estrella!

 

Besos de María ...

Dulzura de miel ...

El Niño se olvida

de Jerusalén.

 

Se fueron los Magos ...

¡Adiós, Palestina!

¡Adiós, Jesús Niño,

Luna, Sol y Vida!

Camino del Cielo

Tu estrella los guía.

 

El Niño sonríe.

Suspira María.

San José acaricia

la vara florida.

Canción blanca


Viento loco.

Juegan las niñas

al corro.

 
Viento seco.

Cantan las niñas

A la flor del romero.

 
Calle estrecha.

Juegan las niñas

A la rueda, rueda ...

 
Calle ancha.

Cantan las niñas

Al pasar la barca ...

 
Brazos al aire.

Juegan las niñas

A trancar la calle.

 
Faldas al viento.

Cantan las niñas

Que pase mi abuelo.

 
Mañana blanca.

Juegan las niñas

A las casas ...

 
Mañana añil.

Cantan las niñas

La Tarara, sí.

 
Luz y sombra.

Saltan las niñas

A la comba.

 
Luz de plata.

Cantan las niñas

Quisiera ser tan alta ...

 
A la rueda, rueda ...

Juegan las niñas

en la acera.

 
Sueño amable.

Cantan las niñas

Yo quiero un paje.

 
Matarile-ri-le-ri-le.

Cesan los juegos infantiles.

Matarile-ri-le-rón.

Las niñas matan su canción.

 
Dos y dos son cuatro.

Juegan las niñas

al trabajo.

 
Viento y veleta.

Las niñas se fueron

 a la escuela.

¡Adiós, corazón!


A gritos mi corazón

- los labios sucios de sangre-

va cantando por la vida

una canción de vinagre.

¡Qué bien que todos los mundos

se vuelven para escucharle!


¡Huid, estrellas imbéciles!

- lirios podridos del cielo-.

Estrellas las de mis ojos.

Lirios los que hay en mi pecho.

¡Qué bien que todos los mundos

se vuelven para cogerlos!


Te desprecio, corazón,

- sucio de tierra y de sangre-.

¡Corazón, que me avergüenza

que seas de triste carne!

¡Qué bien que todos los mundos

se vuelven para mirarte!

 
Se oye una voz inmemorial

que pregona

que tu canción es de cristal.

Se oye lejana una canción

que asegura

que tu cristal ya se rompió.

¡Adiós, corazón! ¡ Adiós, corazón!

Canción del alma errante


Mirad al alma peregrina

que sin mochila

y sin bordón

va caminando por la vida.

Mirad el alma peregrina

buscando el propio corazón.

 
Transida va de frío y hambre.

De frío y hambre y de dolor.

Por los caminos de la vida

perdió su pobre corazón.

Mirad el alma peregrina ...


Ni pan ni paz.

Va sin mochila.

Manos vacías.

Sin bordón.

¡Pobre del alma vagabunda

por los caminos del dolor!

 
Manos vacías.

Dedos crispados.

Ojos sin luz.

Mirad el alma peregrina

curvar la espalda

bajo su cruz.

 
Peregrinando va.

Los senderos

mueren, matando su ilusión.

Ilusión loca,

¡Trágica angustia

de haber perdido el corazón!

 
Tras los cristales del futuro

- mágico hallazgo –

espera Dios.

Canto al atardecer


La tarde lloraba su muerte.

La tarde moría

despacio.

El río besaba

la sombra del árbol.

El agua del río

reía

esperando la muerte

del día.

 
La sombra iniciaba

canciones de cuna.

La tierra bebía los besos

de plata de luna.

El cielo soñaba

fantasmas escuetos

en una

loca fantasía.

El agua del río

reía

esperando la muerte

del día.

 
El alma forjaba, sentada,

futuros sin prisa.

Enfriaba

el cadáver del día.

Angeles sombríos

besaban la tierra

con su boca fría.

El agua del río

reía ...

Plegaria


¡Cuántas veces, Señor, cuantas veces

con los ojos preñados de lágrimas

con ardiente, ferviente deseo,

en deseo a tu Trono volaba.

 
Cuantas veces, mi Dios, los pesares

con agudas, punzantes espinas,

laceraron mi espíritu, crueles,

desgarrando inhumanos mi vida.

 
Pero siempre, Señor, pero siempre

al través de la noche del alma

yo busqué los caminos que Tú

como faro en la Cruz señalabas.

 
Porque ahora, mi Dios, más que nunca,

temerosas las sombras avanzan,

con ingente clamor dilatado

te suplico, Señor, que me valgas.

 

 
Por tu muerte, Jesús, por tu Madre,

por tu Cruz y tus Siete Palabras

yo te pido con ansia infinita

yo te ruego ¡que salves mi alma!

 
No me dejes en la lucha solo.

¡No me dejes que es frágil la barca!

Y los golpes de mar impetuosos

y los vientos las velas desgarran.

 
Mi oración con ardor y con fe

hacia Ti, mi Señor, se levanta,

que me enseñes el recto camino

que conduce a la Eterna Morada.

 
Por las veces, Señor, por las veces

que recé por las noches y auroras

¡Padre Nuestro!, Rosarios y Salves.

¡No me dejes morir entre sombras!

El Último homenaje


 Estoy ante tu tumba de rodillas

con el alma transida por la pena

para rendirte mi último homenaje

     ¡buena novia morena!

 
Estoy ante tu fosa humildemente

recordando de nuestro amor la historia,

esa historia que escribieron tus caricias

     y tus besos de novia.

 
La muerte te robó para envolverte

con ese manto frío y negro, de tierra,

celosa del amor que le tenías

     a tu pobre poeta.

 
Pero más que la muerte puedo yo,

puede la angustia de sentir tu ausencia,

esa amargura que abrasa mi boca

      de tu boca sedienta.

 
Y así la muerte no pudo impedirme

que viniera a decirte que te quiero,

que viniera a rendirte mi homenaje

     de flores y de versos.

 
No tienes que llorar porque me vaya

ni que te olvide porque te hayas muerto.

Además de los versos y las flores

     traigo mi último aliento.

 
Vine a morir aquí, sobre tu tumba,

porque sabía que era tu deseo

que te ofreciera juntos, donde estás,

      con mi vida, mis versos.

Misterios


Cuando yo nada te pedía

tú me besabas con los ojos .

Ahora te suplico una mirada

y dices que estoy loco.

 
Me sonreías toda tú

cuando yo nada te pedía.

Y ahora que me ves enamorado

me niegas tu sonrisa.

 
¿Qué fue del beso de tus ojos?

¿Qué fue de tu sonrisa?

Estoy seguro de que tu me amabas

cuando yo nada te pedía.

 
Ahora me desprecias

¿Y por qué?

¡Misterios del amor

y de la vida!