Galerna


A veces, cuando pienso en la tristeza
de este amor que la vida hace imposible
nacen en mi alma huracanes de odio
y en mis labios palabras indecibles.

 Y maldigo a este mundo y a los hombres
groseros y egoístas que lo habitan
y a su sangre y su ley y a sus turbios
corazones que la ambición incita.

Y cuando al fin vuelvo la vista al cielo
y ciega mis ojos la luz del claro sol,
entonces solamente me arrepiento
y exclamo: ¡Perdóname, Señor!