CORRIENDO octubre de este año 1955,
que muere para nacer a la
Historia , sucedió en Lugo algo que todos, sin duda,
recordaréis dados los escasos peldaños que desde entonces hemos subido o, si
queréis, bajado por la escalera trágica del tiempo. Y fue ello que Luis José
Quintela publicó un trabajo titulado “La joven generación lucense”, el cual
tuvo la virtud o inmenso poder –un milagro en la tranquilidad patética de la
vieja Lucus- de agitar, remover, las aguas mansas, reposadas, serenas, del
reducido lago intelectual lugués. Lago, según lo estudian los niños –esos
portavoces de la verdad desnuda- es “una porción de agua rodeada de tierra”. ¡Y
cuánta tierra! ; Tierra áspera, improductiva, seca, rodea en el orden
intelectual a nuestra amada Lugo. ¡Cuánto páramo, erial, sedienta estepa,
alrededor del lago pequeñito de la actividad intelectiva luguesa! Pero esto son
derivaciones.
A raíz del trabajo que cito muchas
mentes dormidas despertaron. Muchas luces cerebrales se encendieron, de pronto,
no sé si para apagarse, luego, repentina y totalmente, después de un tenue y
fugaz chisporroteo. Hasta parece ser que hubo su poquito de polémica provocada
por el ensayo de “Picato”. Y esto saqué yo en consecuencia una vez hube leído,
con muchísimo retraso, el “Punto de vista” que el mismo “Picato” escribió para
mí con ocasión de la carta que yo le dirigí.
Me gusta retornar, retrogradar,
re-volver sobre aquellos asuntos que considero dignos de constante o, por lo
menos, periódica atención. Hay puertos en la tierra –y en el cielo del quehacer
humano trascendente- en los que vale la pena de recalar frecuentemente y aun de
fondear en ellos para siempre; así como existen otros a los que jamás se debe
regresar después de haberlos una vez conocido. Es necesario, según los casos,
decidirse a quemar las naves o a levar anclas al instante.
Este de la joven generación lucense
es un motivo “vivo” y, por tanto, siempre actual, aparte el hecho de que, a mi
parecer –salvo ignorancia imputable a este continuo peregrinar de una a otras
regiones españolas a que me he visto forzosamente sometido en lo que va de un
año a esta parte- no se ha concretado, centrado, con exactitud la cuestión, si
bien a Luis José no le cabe en ello culpa alguna y si a Héctor Segán quien, al
publicar su artículo “La generación de Luis José”, cometió el –llamémosle así
–lamentable olvido que supone el ignorar la gran parte que EL PROGRESO, diario de Lugo, tuvo en el descubrimiento y ¿por qué
no? en la gestación o forja de muchos valores literarios que, merced a él ,
pudieron darse a conocer, asomarse a la ventana pública, para ver y ser vistos,
para formarse y formar, para enseñar y aprender, ya que toda acción humana
encierra, implícitamente, un principio de reciprocidad. Y me refiero únicamente
a lo que atañe a literatura por cuanto Segán hizo lo propio en su artículo
aunque no sea demasiado infrecuente el caso de que un diario, una revista –un
periódico- “descubran” o “lancen” a un artista no literato, cabiendo, además,
preguntar si acaso la pintura no es literatura en colores o la música literatura en sonidos, por poner algún
ejemplo. Pero volvamos al sendero.
EL
PROGRESO contribuyó en gran manera
al descubrimiento, por lo menos en su faceta literaria, de la generación que
Luis José clasificó. Armesto, Manuel María, Gallego el mismo Luis José,
Cillero, Tuñas Bouzón, la
Moratinos , Olano y el que esto escribe, por citar, así,
repentizando, a unos cuantos representantes de esa joven generación de que se
trata, cobraron dimensión pública, se proyectaron “provincialmente” y acaso
también en el ámbito regional, valiéndose de EL PROGRESO como medio o instrumento más eficaz. De aquí el título
de mi trabajo que bien pudiera ir unido al de “La generación de Luis José”.
Y cónstele a Héctor que no siento
animosidad alguna contra él ni he escrito esto llevado por afanes polémicos a
los que soy opuesto totalmente. Cada uno haga su obra, que algo quedará. Con
todo me siento obligado a decirle que esa afirmación que hizo: “No me cabe duda
de que Luis José Quintela acabará siendo como Larra un gran valor malogrado”-
me parece completamente gratuita y fruto quizás, en aquel momento exaltada; de
una imaginación exuberante y, porque Luis José, siendo actualmente un gran
valor, que nos honra, si es cierto que aun puede superarse, no lo es que pueda
malograrse; él ocupará ya siempre el puesto de honor que ganó a fuerza de
estudio, trabajo e inteligencia. Y termino. Posiblemente sea criticado. Pero a
todo hay que exponerse con tal de “dar al César lo qué es del César” y a EL PROGRESO, lo que le pertenece.