Playa con sol y sombra


            Como en las plazas de toros; sí, señor. En un próximo futuro la playa de Gijón tendrá sus zonas, a elegir, de sol y sombra, gracias a esos edificios altos que se van a construir en el Muro. Esta realidad, que ni Julio Verne fue capaz de presentir, hará que la playa gijonesa sea única, excepcional, notabilísima, inmejorable, distinta –con ventaja- de todas las otras y por ello más concurrida que nunca y que ninguna. Ya pueden hablarnos luego de los mares del Sur, ¡que risa! Lo malo es que, a lo peor, va el Ayuntamiento y crea un nuevo y original impuesto que haría alargar la cara a los bañistas –encogiéndoles el bolsillo- porque nunca se ha visto en playa alguna este letrero: “Arena de sol: dos pesetas espacio corporal. Arena de sombra, cuatro ídem, ídem”. Pero no. No creo que llegue a suceder, como tampoco creo que un edificio de ocho plantas alcance la altura de 28 metros, puesto que hasta el presente, las viviendas se construyen para personas como usted, como yo y como ese señor bajito que usa bastón, bigote y mal genio supersónico, sobre todo cuando le ganamos la partida de “mus”aunque bien pudiera suceder que de ahora en adelante –todo progresa una barbaridad- hay que construir pisos teniendo en cuenta que, quizás la Era Atómica nos sorprenda con la aparición de gigantes cual Polifemo, Gargantúa y su padre Grangousier, Goliat, Sansón y ... Primo Carnera ¡caramba! que tampoco es paticorto.

            Hay varios lectores, de esos que estudiaron –yo también- las cuatro imprescindibles reglitas, preguntándose por qué un edificio tal y cual no alcanza los tres metros de altura. Es muy sencillo. Porque suponiendo que sean tres metros de altura de cada planta (lo normal son 2,80 metros), ocho plantas suponen 24 metros de elevación, de modo que ya tenemos menos sombra.Aunque se persigue el bien y –lo que el astuto lector dedujo ya - opina que tal sombra, por las razones dichas, favorecen en vez de perjudicar. Además tampoco todo ha de ser sol y sombra, sino que hay que contar con la penumbra, la pobre, a quien nadie se acuerda de citar. Y, por otra parte, es muy probable que el hecho en cuestión origine la creación de famosas obras literarias al estilo de Daudet y Becquer. No será sorprendente que uno escriba sus “Cartas de mi arena de sol” y otro “epístolas desde mi sombra playera”. En fin, a mayor abundamiento, ahí es nada poder proclamar a los cuatro vientos y aun a todos los rumbos de la Rosa esa: “Aquí, Gijón. Playa con sol y sombra”. Como en las plazas de toros, sí, señor.