Guitiriz, lago de las estrellas


           El vagabundo que suscribe (¡Válgame Dios! –exclamará el lector- ya empieza el maldito villalbés con sus impertinencias de siempre) confiesa paladinamente que al iniciar este trabajo, quizás porque se va haciendo viejo, se siente un poco asustado –lo que jamás le había ocurrido al escribir-, ya que al tratar de sintetizar en un trabajo periodístico todo lo que vio recientemente en esa grande y hermosa villa chairega de Guitiriz, así como en las tierras del Ayuntamiento del que ella es cabeza por méritos propios, y todo lo que leyó sobre las mismas en estos últimos tiempos, no está muy seguro, al empezar la faena, de si va a cogerlo el toro a las primeras de cambio poniéndolo como no digan dueñas, es decir, dejándolo para el arrastre, o bien logrará rematarlas saliendo a hombros por la puerta grande después de que el respetable –en este caso los lectores- le haya aclamado a grito abierto una vez ganados a pulso y por derecho, habiéndole echado coraje al asunto, las dos orejas, rabo, vuelta al ruedo y también, ¿por qué no?, su café, su copa y su puro, que tampoco se desagradecen. Pero bueno –como dijo César y sabemos todas las personas medianamente cultas (imitar a Mariano de Cavia es una de las debilidades del vagabundo)- “la suerte está echada” de manera que vamos allá, a pasar impertérritos nuestro particular Rubicón, y que Dios nos coja confesados.
            Ocurre a veces que un muchacho deja pasar años sin fijarse en aquella jovencita con la que se cruza todos los días por la mañana en la calle y, de repente, un buen día –o malo, porque en esto del amor nunca se sabe si se va a dar bien o mal el naipe- descubre que la chiquita es un sol, una flor, un bombón y todas esas cosas más que de citarlas aquí echarían a perder este trabajo y entonces noche tras noche, después de apagar la luz al acostarse, se pone a evocar el tierno brillo de los ojos de la muchacha, el suave color de sus mejillas y el dulce sonido de su voz o, como dice Guareschi en su “Don Camilo” (página primera, para más detalles), pasará los días “pensando cómo se habría comportado esa muchacha si yo me hubiera vuelto emperador de Méjico o si me muriese”. Conste que hablo del supuesto muchacho y no de mí y aclaro esto con vistas al malintencionado lector, que nunca falta. Bien, pues algo así le ha pasado al vagabundo con Guitiriz, sus tierras y sus gentes amables, su pasado y su presente, sus realidades y proyectos, su futuro, y ahora trata de remediar la cosa escribiendo acerca de ella, un poco tardíamente, única solución que resta a los que pensando en las musarañas, o estando en las Batuecas más tiempo del debido, o paseándose por los cerros de Ubeda cuando debieran estar “ a Dios rogando y con el mazo dando”, olvidan que “la ocasión la pintan calva”, que “tempus fugit” y que “lo que puedes hacer hoy no lo dejes para mañana. ¡Así es la vida! Y luego vienen los problemas. Pero como aún queda aquello de “nunca es tarde cuando la dicha es buena”, ¡venga!, a escribir sobre Guitiriz, que bien se lo merece, y “al que Dios se la dé San Pedro se la bendiga”.
            El vagabundo, humildemente aunque sin vergüenza alguna, confiesa también que este trabajo pudo haber empezado –y terminado- aquí, citando lo que Otero Pedrayo, don Ramón, escribe en su GUIA DE GALICIA, al describir la línea férrea de Lugo a La Coruña, pues en esencia y resumiendo al máximo, lo que va a decir con muchas, con acaso demasiadas palabras, lo dice don Ramón escueta, concisamente, en muy pocas: “Todos los pueblos de estas estaciones crecen rápidamente. Ninguno como Guitiriz, el último de la provincia de Lugo, en tierra alta y fresca, de gándaras, bosque de abedules y vagas montañas lejanas, gracias al manantial de aguas medicinales indicadas como eficaces contra las dolencias hepáticas. En el balneario y en los hoteles se reúne mucha clientela de toda Galicia y de fuera de ella”. Claro está que don Ramón, en las líneas que anteceden, se refiere a la fuente del balneario que, oficialmente, fue abierto al público en 1908 y sobre la cual existe una MEMORIA SOBRE LAS AGUAS SULFUROSO-FLUORADO SODICAS, FRIAS Y RADIOACTIVAS DE SAN JUAN DE GUITIRIZ (LUGO), publicada en 1954 por la Doctora Jimena F. de la Vega y Lombán, hija del Doctor Don Wenceslao F. de la Vega y Pasarín, primer médico director del citado balneario, memoria de la que, al vagabundo, interesa citar lo siguiente: “... tenemos, sin embargo, alguna noticia sobre las particularidades de este lugar, llamado San Juan de Lagostelle, esto es, Lago de las Estrellas, si no engaña la significación etimológica del nombre. Sobre el terreno que hoy reemplaza al lago, y mirando a la fuente, se edificó el Balneario...” . El vagabundo, satisfecho porque ya tiene justificado el título de su trabajo, se frota las manos alegre y energéticamente y añade que la fuente que dio origen a la construcción del balneario era conocida por Fuente del Santo –el santo, naturalmente, es San Juan-. Pero además de esta fuente y balneario famosos desde hace muchos años, que están situados a la entrada de Guitiriz, a la izquierda según se viene por la carretera de Lugo-Coruña y a unos 800 metros de la estación del ferrocarril Madrid-La Coruña, en la que paran todos los trenes sin excepción alguna y todos los vagabundos a los que no expulsan por su mala facha, hay que saber que existe otro manantial, a unos dos kilómetros del centro de la villa, cuyas aguas reúnen idénticas o muy parecidas características a la de San Juan o del Santo y que se denomina Fuente de Santo Domingo aunque generalmente es conocida por Fuente de Pardiñas. Esta fuente está ubicada a la salida del pueblo, dirección Lugo-La Coruña, y el viajero llega a ella (hay un autocar que luce un gran letrero en el que el vagabundo leyó: “Servicio gratis” –Para los agüistas- Balneario de Pardiñas) penetrando en una gran finca cerrada y recorriendo la Avda. de Carlos Roca, que fue el alcalde que consiguió trasladar la residencia del Ayuntamiento de Trasparga para Guitiriz en el año 1929. Posteriormente –1947- el también alcalde D. José María Martinez, consiguió el cambio de nombre, habiéndose logrado el título de villa, para Guitiriz, en la misma fecha en que fue conseguido el cambio de residencia del Ayuntamiento.D. Carlos Roca falleció el 4 de diciembre de 1949, a los setenta años de edad, y según informes que consiguió el vagabundo, de viva voz, el día en que recorrió Guitiriz a puro pinrel y sudando la gota gorda “era un hombre bueno y honrado constituyendo su entierro la mayor manifestación de duelo que se ha visto nunca en la villa”. El vagabundo, que siente particular debilidad por los hombres “buenos y honrados”, quizás porque conoce muy pocos así, visitó la tumba de D. Carlos Roca y rezó una oración por su alma en el cementerio que rodea, por su parte posterior, la antigua iglesia de San Juan, iglesia que fue edificada a principios del siglo XVII, de estilo románico, construida en piedra tallada y que ofrece a la vista del curiosos visitante una notable imagen de San Juan, el  Bautista, que da nombre a la parroquia, imagen también tallada en piedra con admirable perfección. Pero como esa antigua iglesia resultaba insuficiente dado el enorme desarrollo que la villa  experimentó en los últimos años, Guitiriz levantó un nuevo y maravilloso templo que al vagabundo, no muy ducho en estas materias, se le antoja de estilo románico moderno y que, situado en el Campo de la Feria, lo mismo que el Parque Infantil, también de reciente inauguración, es una de las mejores realizaciones que ha conseguido Guitiriz en los últimos tiempos, entre otras muchas que podrían ser citadas y que ya funcionan o están a punto de funcionar, como son, por ejemplo, la nueva Casa-Cuartel de la Guardia Civil, el nuevo alumbrado público, el nuevo grupo escolar, de dieciséis unidades, que entrará en funcionamiento el próximo mes de septiembre y que cuenta con casa para administración y dirección, casa para el guarda, pistas polideportivas, gimnasio cubierto, etc, : el campo de fútbol, cuyas obras van avanzadísimas y que, más que un campo de fútbol, dada la enorme extensión de terreno con que se cuenta, constituirá un complejo polideportivo como no existe aún en la provincia de Lugo y a menos de un kilómetro de la carretera Madrid-La Coruña, es decir, a unos ochocientos metros del centro del pueblo, esa gran maravilla de los SIETE MOLINOS, que es ya y lo será mucho más en el futuro uno de los grandes atractivos que Guitiriz ofrece a propios y extraños. Lugar de una belleza natural impresionante, los SIETE MOLINOS, que recibe tal nombre de igual número de molinos existentes sobre el río Forxa, que nace en la Sierra de Montouto, a 12 ó 13 kilómetros de la villa ha sido aprovechado, dadas las condiciones naturales que el lugar ofrecía, para construir una piscina de 72 por 200 metros y 3 de profundidad, obra en la que se han invertido hasta la fecha setecientas mil pesetas y que muy pronto, este mismo año, será dotada de casetas y servicios además de un bar que, fabricado sobre las ruinas de un viejo molino allí existente, uno de los siete que dieron nombre al lugar, situado río abajo, muy cerca de la piscina, y construido en rústica cantería para que no desdiga de la agreste, salvaje belleza de la zona circundante, ofrecerán a los bañistas toda clase de comodidades de modo que puedan gozar al mismo tiempo del confort que exige el tiempo presente y de la antigua, sorprendente, indescriptible belleza natural de un lugar al que el vagabundo, que lleva visto lo suyo, calificaría de paradisíaco si no temiera la sarcástica sonrisa de algún lector de mala uva. Para dotar de riego asfáltico a la pista que lleva a los SIETE MOLINOS, cuenta el Ayuntamiento de Guitiriz con la cantidad de un millón de pesetas que le fueron asignadas por la Diputación Provincial y existe el proyecto de construcción de una piscina infantil, río arriba, inmediatamente después de la que utilizan los mayores para sus formidables zambullidas, con lo que la obra quedará completa y Guitiriz no tendrá nada que envidiar en este aspecto a ningún pueblo, puesto que, cuenta, a mayor abundamiento, a la entrada de la villa, dirección Lugo-La Coruña, con otra estupenda piscina propiedad de la Estación de Servicio AS PONTES, que fue II Premio Nacional de Turismo en 1971, y que ofrece además al viajero los servicios de cafetería, restaurante y el disfrute de dos pistas de tenis, al otro lado de la carretera, en plena entrada al balneario de la Fuente del Santo y que, si se cita aquí no es con afán de publicidad, pues al vagabundo, personalmente, la cosa no le va ni le viene, sino por el hecho de que AS PONTES disponga de unas instalaciones tan completas, pues, por otra parte, hay que señalar que Guitiriz cuenta con numerosos y modernos establecimientos de todo tipo –hoteles, pensiones, restaurantes, cafeterías, cine, salas de fiesta, bazares, etc.-, capaces de ofrecer al viajero más exigente todo aquello que pueda demandar, que es mucho en el tiempo en que vivimos.

            “Pero ... ¿Y la Historia, gran calamidad, y la Historia? –increpará al vagabundo el malévolo lector de marras-. Sí, hombre, sí, no se excite. De la historia y de la leyenda, puede hablar también el vagabundo y no poco, pero lo hará muy de pasada porque si bien podría robar tiempo al tiempo, el espacio no da para más.
            En GALICIA LEGENDARIA Y ARQUEOLOGICA –Problemas de las “ciudades asolagas”-, de Luis Monteagudo –Madrid, 1957- puede uno leer:”BOEDO (pantano) de San Juan de Lagostelle (Guitiriz, 200 metros Sur vía férrea) –Por este sitio, atravesando por la vía romana de guijarros, aún visible, y hoy convertida en campo de aviación, (hoy desaparecido, según comprobó el vagabundo) cuando estudiamos dicha vía en 1945, recogimos variantes de la típica leyenda de las ciudades “asolagadas”, que en este caso pudieran corresponder –por las millas y las coordenadas ptolomaicas- a  la mansión CARANICUM, CARANICO, CARONICO, CARANICE, del Itinerario Antonio 424...” Y, en Manuel Mato Vizoso (LAS CIUDADES DE VALVERDE- “La Idea Moderna”, Año XIV, núm. 3.843, Domingo 18 de Octubre 1903- nos enteramos de que “En la parroquia de San Juan de Lagostelle (¿Lacustellus?), donde existe una laguna o pantano que llaman BOEDO, no falta tampoco ese tradicional rumor de una ciudad hundida en las aguas (que hoy sólo en invierno cubren aquel terreno) pero además se deduce del itinerario de Antonino que no lejos de aquel sitio estuvo el pueblo o mansión de Caránico, nombre del que parece venir el del lugar de Graña de Vecín (¿Garania?) por donde aún se notan los vestigios de la vía romana y hay los restos de un castro.Estas circunstancias y la tradición de un pueblo hundido en las aguas nos permiten apreciar un caso de analogía a lo que referimos respecto del “Buriz”, es decir, la existencia primitiva de un pueblo lacustre, la de un castro después y por último la de una ciudad o mansión que permanecía en la época romana”. Y en el folleto GUITIRIZ, de G. Sánchez Pardiñas –1950-se dice: ”Guitiriz está fundado muy cerca de la antigua: Caronicum, que era una ciudad importante en la época romana. Se perciben todavía, marcados con bastante nitidez, vestigios de la carretera militar de la costa que conducía de Braga (Bracara) a Astorga (Asturica), vía señalada en el celébre itinerario llamado de Antonino Pio. Esta carretera pasaba por Caronicum, ciudad que llegó a emitir moneda. Nuestra carretera general de hoy casi no hace más que seguir el antiguo trazado. En una nota (página 11 de su MEMORIA SOBRE LAS AGUAS...) la doctora Jimena F. de la Vega y Lombán escribe: “Para algunos historiadores de Galicia, como Risco, el pueblo de Guitiriz está situado sobre el trazado de la vía XX romana, la llamada “perloca marítima”, que naciendo en Caldas de Reyes (Aquis Celenis) venía a Betanzos (Brigantiun), pasaba por (Carónico), el probable Guitiriz actual, para morir uniéndose a la vía principal número XIX, en la ciudad de Lugo (Luca Augusti)”. También el folleto GUITIRIZ, citado, afirma –y esta es la actual creencia de los habitantes de la villa- que “El origen de Guitiriz, cuya denominación actual deriva del rey suevo Witerici o Viterico, se remonta a principios del sigloVI”. Que las tierras de Guitiriz, pertenecieron, como las de Villalba, durante siglos, al Condado o Tierrra de Montenegro, está fuera de dudas, así como que, al comenzar la Edad Moderna, tanto la casa de Guitiriz, como la de Parga (otra de las villas de este Ayuntamiento que registra un constante y rápido progreso) pertenecían a los estados de Villalba, de los que era dueño Fernán Pérez de Andrade. Por cierto que, dicho sea entre paréntesis, el vagabundo, sin fundamento alguno, desde luego, guarda cierto rencor a Fernán Pérez Parragués, aquel que hizo prisionero al renombrado Alonso de Lanzós, lo que constituyó una hazaña, y de las grandes, y por cuyo motivo el Parragués fue premiado por Fernán Pérez de Andrade con tierras que merecía el calificativo de “pingües”. Y ya que se habla de Parga, el vagabundo debe resaltar el dato curioso de que éste fue el último de los marquesados gallegos creados a fines del siglo XVII por el último  rey de la Casa de Austria, Carlos II y que “El Castillo de Parga, hoy totalmente derruido, es una vieja fortaleza levantada, como muchas de nuestra tierra, sobre un antiguo castro celta. Se levanta en la orilla del río Parga, en las altas y frías tierras de Guitiriz o de Trasparga, en el actual partido judicial de Villalba (Lugo)”. “La fortaleza de Parga, que se alza en una región llena de nombres suevos (Guitiriz, Buriz, Romariz, Mirón, Recemil, Estremil, Lentimil, Cabarril, etc.) existía ya a principios de la reconquista”. Tal escribe Emilio González López en EL AGUILA CAIDA –Editorial Galaxia, 1973-. Y M. Vázquez Seijas –“Fortalezas de Lugo y su provincia”, Vol. II, 213- nos dice “por documentos del siglo X consta la existencia del Condado de Parga. Se dice que hacia el año 1110 pertenecía a la Casa de Parga el conde Ermisón, a quien se debe la fundación de los monasterios de Sobrado y Monfero, en la provincia de La Coruña, emparentando sus descendientes con las casas de Guitiriz y Baamonde”. Más adelante, en la obra ya citada y tomándolo de Vázquez Seijas, nos dice González López que don José Bolaño de Ribadeneyra y Mariñas “elevó en 1679 un memorial al rey Carlos II solicitando la concesión del título de Márques de Parga, basándose en la antigüedad y servicios de las varias casas señoriales gallegas que representaba. Hasta trece años más tarde, en 1692 no le concedió el rey la merced que solicitaba. El Marqués de Parga, que hasta este momento no había tenido una intervención destacada en la vida pública gallega y española en general, la tuvo ya de marqués en el siglo XVIII, en el que fue capitán general interino de Galicia y sirvió en el ejército que operaba en nuestra tierra contra Portugal”.
            También en Vázquez Seijas, si quiere, puede recoger el curioso lector la famosa y triste leyenda de doña Leonor de Montenegro, nacida en los últimos años del siglo XIII en el castillo de Támoga, y que estuvo casada, hasta que su marido ordenó decapitarla, con el valiente caballero D. Gutierre Pardo de Gayoso hijo de D. Alonso Pardo de Gayoso, señor de Caldaloba, de Narla y de Guitiriz. Pero dejemos las leyendas y volvamos a la historia.
            En cuanto a la historia de los pueblos se refiere, el vagabundo tiene su personal teoría y, con razón o sin ella, que  eso no lo sabe, opina que la real, la verdadera, la propia y singular, la particular historia de los pueblos comienza únicamente en el momento en que esos pueblos pueden considerarse libres, se independizan de feudales y otros tales, de condados y marquesados, y empiezan a caminar por sí mismos. Ese momento tiene sus raíces en la Constitución de 1812 y empieza a cumplirse en 1820. Veamos al efecto lo que escribió Manuel Mato, tío-abuelo del vagabundo, en “JURISDICCIONES Y COTOS ANTIGUOS DEL PARTIDO DE VILLALBA”. –“La Idea Moderna”, Año XV, núm. 3.997, Martes, 26 de Abril de 1904. Escribe Manuel Mato:”En el año 1820, se publicó de nuevo la Constitución o Código político de 1812. Galicia se declaró en una provincia única, que se dividió entonces en 47 partidos judiciales y 634 Ayuntamientos o distritos municipales; Villalba fue uno de estos partidos y contaba 13 Ayuntamientos designados con los nombres de Villalba, Lousada, Baamonde, Saavedra, Angeriz, Arcillá, PARGA Y LAGOSTELLE, Santa Cristina, Meira, Castro de Rey, Otero de Rey y Narla”. –las mayúsculas PARGA Y LAGOSTELLE hay que cargárselas en cuenta al vagabundo, que es un fresco-. “En Julio de 1823, queda abolido de nuevo el régimen constitucional, quedando suprimidos los juzgados de primera instancia...” “En 1834, con la promulgación del Estatuto Real, se mandó por decreto de 21 de Abril que las nuevas provincias señaladas en 30 de Noviembre de 1833, quedasen subdivididas en partidos judiciales, y uno de ellos fue Villalba, que correspondió, como es natural, a la provincia de Lugo”. “Por aplicación del Real Decreto de 23 de Junio de 1835 el partido judicial de Villalba quedó compuesto de cinco Ayuntamientos en la forma siguiente: Villalba, con 53 parroquias y 2.595 vecinos, Parga y Guitiriz con 13 parroquias y 485 vecinos. Baamonde con 8 parroquias y 258 vecinos. Otero de Rey con 18 parroquias y 444 vecinos y Castro de Rey, con 5 parroquias y 167 vecinos.”
            Todo eso nos dice Manuel Mato y por él mismo nos enteramos de que las cosas continuaron así hasta fines del año 1840 en que “quedó compuesto el Partido Judicial de Villalba, según lo está en la actualidad, en los 5 distritos municipales de Villalba (29 parroquias), Trasparga (19),  Begonte (29), Cospeito (20), y Germade (10)”. Pasó el tiempo y ya hemos visto cómo Guitiriz, con el correr de los años llega a ser la sede definitiva del Ayuntamiento de su nombre -1929, fecha en que también se edificó la Casa Consistorial hoy existente-.
            Actualmente, el Ayuntamiento de Guitiriz, con sus 278 kilómetros cuadrados es el tercero en extensión de la provincia de Lugo, ya que únicamente le aventajan en kilómetros cuadrados los de Cervantes y Fonsagrada y es cabeza rectora de las siguientes parroquias: Guitiriz, Parga, Labrada, Buriz, Villares, Santa Cruz, San Salvador, Roca, Trasparga, Becín , Santa Leocadia, Piedrahita, San Bréjome, Mariz, Villar, Negradas, Santa Marina y Pígara-Soaje. En total 18 parroquias unidas entre sí por una red de pistas perfectamente utilizables, eso aparte de las carreteras Friol-Parga, Momán-Parga, Coruña-Santander por Pígara-Soaje, Guitiriz a Sobrado de los Monjes, que acorta mucho la distancia con Santiago, Guitiriz-Villares y carretera al Campamento Militar de Santa Cruz. Todas las parroquias del término municipal de Guitiriz cuentan con luz eléctrica y en todo el Ayuntamiento son solamente 18 vecinos los que carecen de ella por el momento. Y ya que se habló de caminos y puesto que los caminos están hechos para ser caminados hay que decir que el curioso viajero tiene muchas cosas que ver recorriendo las tierras del Ayuntamiento de Guitiriz entre las que el vagabundo citará, por aquello de que debe de ponerse algún ejemplo, la Capilla de San Alberto –siglo XIII- en Puente Cuitelo, o los restos del Convento de Labrada, que perteneció a la Orden Bernarda y, dependiendo en un principio del de Monfero, pasó más tarde a depender del de Sobrado, que pertenecía a la Orden del Císter; o bien las ruinas del castillo de Parga, o el Castro (en Buriz-Trasparga) en el que se supone existió una estación palustre, etc., etc., etc. Y, si aspira a más altos vuelos, hoy, en que todo el mundo anda sobre ruedas, menos esa rara especie de bípedos a extinguir que se llaman peatones y a la que, por suerte o por desgracia, pertenece el vagabundo que suscribe, puede el viajero desplazarse a La Coruña, Lugo, Santiago, Ferrol, Ribadeo, Vivero, y tantos y tantos pueblos que también tienen lo suyo que ver y que enseñar y que, a paso de coche, puede decirse que están a una distancia equivalente a lo que alcanza “un tiro de escopeta” –como decimos los gallegos- o todo lo más a lo que supone “unha carreiriña de can”.
            En fin, como la cosa se va haciendo larga y el vagabundo supone que el ánimo del lector está que arde, se dispone a entrar a matar, es decir, a rematar la faena por las buenas y que salga el sol por Antequera. Pero no lo hará sin antes recordar que D. César Barja, nacido en Trasparga y vecino que fue de Baxoy y tío del actual arquitecto de la Excma. Diputación Provincial, Sr. Pérez Barja, ha sido una de las relevantes personalidades que dieron a luz estas tierras fértiles en todos los aspectos. Fue notario de Guitiriz y llegó a ser catedrático de Universidad en los EE.UU. de Norteamérica. En vida, reunió una biblioteca de un valor extraordinario, parte de la cual fue legada a la primera biblioteca que se funde en Guitiriz. Hay ya terrenos adquiridos al efecto y se está tramitando la construcción del edificio pertinente con la Dirección General de Archivos y Bibliotecas. Y, cosa rara y curiosa que el vagabundo no quisiera dejarse en el tintero por nada del mundo, ha de saber el valeroso lector que tuvo coraje suficiente, y paciencia, para llegar hasta aquí, que desde la entrada de Guitiriz hasta Santa Cruz de Parga, en una longitud de unos seis kilómetros y anchura desconocida, existen unas canteras de un raro, extraño granito verde, de dureza superior a la del mármol,al que una gran empresa de Vigo que trabaja para el mundo entero, incluso para U.S.A, da el nombre de Granito de Santiago, pero lo cierto es que se trata de Granito de Guitiriz y también que en todo el planeta llamado Tierra, hoy por hoy, de esta clase de material, granito verde, sólo se conocen estas canteras y otras existentes en Alemania.
            Con esto, el vagabundo da por terminado su trabajo y se dispone a soñar que él no es tal vagabundo sino un hombre prehistórico que se baña –de noche- en Lagustelle, en el LAGO DE LAS ESTRELLAS, mientras bebe con los ojos la extraña, titilante, misteriosa, poética luz sideral procedente de los astros remotos que melancólicos y serios se miran atentamente en el tranquilo espejo del agua que el paso de los siglos hará desaparecer.