¡Honor a los forasteros!


            El número ocho de la revista LUCUS, correspondiente al mes de diciembre del año 1960, fue dedicado a Villalba. Con tal motivo, colaboran en ella dos villalbeses de pro, Pablo Pena de Olano y Manuel Fraga Iribarne, además de ese escritor ilustre, honra de la luguesa provincia, que es don José Trapero Pardo. Los tres escriben sobre nuestra villa –Villalba da Terra Chá- en tal ocasión hermosos y fundamentales trabajos. Fraga Iribarne y Trapero ya fueron citados por mí en otras ocasiones. Hoy viene bien a mi propósito transcribir parte del artículo de Pablo Pena de Olano –“Don Pablo”, simplemente para nosotros- uno de los villalbeses que más profunda pasión siente, y lo demuestra, por la tierra que lo vió nacer. ¡Ojalá que todos sintiéramos a Villalba como él la siente, pues otro sería el presente y el futuro de nuestro pueblo! Pero volvamos al camino.
            Canta Pablo Pena a Villalba, en el citado trabajo, y escribe: “Un poeta de la tierra, Chao Ledo, decía de ella “nido de amores” y que “los montes eran jardines”; “Villa risueña” la apodaba mi fraternal amigo Antonio García Hermida, el novio número uno de ella, que en su hijo José Luis estableció vinculación de tal querer; en el pentagrama plasmó sus más arrulladoras notas, inspirándose en sus aires populares, Mato Vizoso; y el recio y embrujador pincel de Antonio Insua le arrancó sus mágicos colores. ¡Tierra de poetas, de pintores y de músicos, esta de la Villa del Amanecer!.
            Y voy a terminar ya, desempolvando el testimonio de un extraño, de un alma de poeta, Cecilio Benítez:

            “Si una noche la paz de mi humilde morada
              llega a turbar el golpe del férreo aldabón,
              y un villalbés me espera tras la puerta cerrada
              yo he de salir a abrirle temblando de emoción.
              Y alumbrándole el paso, le diré: “Muy honrado
              de esta noble visita, vuestro fuero es mi ley”.
              Y enhiestaré en mi torre, como un pendón morado,
              un símbolo que diga: “¡Aquí se aloja un Rey!”.

            De tal modo finaliza el artículo de Don Pablo y es ese canto a Villalba y a sus hombres y esos versos de un forastero –plural motivo- el cimiento de lo que sigue.
            Que Villalba “ten un aquel” –como decimos los gallegos- nadie lo pone en duda. Por eso no es extraño que sus hijos la canten apasionadamente queriéndola hasta lo más profundo de sí mismos. Y por la misma razón, tampoco es de extrañar que atraiga “caéndolles ben” a los foráneos que, siquiera una vez se han parado a contemplarla detenidamente, con ánimo consciente de apreciar sus bellezas naturales. Pero la razón básica –estimo yo- de que todos aquellos que no siendo de aquí amen a nuestro pueblo y a nuestras tierras como si aquí hubieran nacido estriba en que Villalba ha sido y sigue siendo una villa poblada de gentes eminentemente acogedoras y hospitalarias en grado superlativo para los que de fuera llegan a morar entre nosotros, no importa si un día, un año o toda sus vida. Villalba siempre tuvo a gala hacer HONOR A LOS FORASTEROS. No sé si algún año falló, pero recuerdo que, casi siempre, esa era la divisa que por fiestas, y naturalmente durante el San Ramón, lucía –gran pancarta- cruzando la que es hoy Avenida del Generalísimo, desde la que aún llamamos “esquina de Puentes” hasta la Casa Consistorial: HONOR A LOS FORASTEROS. Divisa que cada villalbés lleva grabada en su alma y que jamás deja de poner en práctica. De ahí que esos versos de Cecilio Benítez, “ un alma de poeta”, tengan una razón de ser en cuanto son la manera con que un hombre, un caballero, agradece a otros hombres –en este caso los villalbeses- el que sinceramente se hayan abierto a él y le hayan entregado, sin reservas, su corazón.
            Hoy, como ayer y como siempre –aunque la práctica de esa divisa que cité la extienden los villalbeses a todo tiempo- con motivo del San Ramón la hacen más ostensible y más alegres ellos que nunca y más que nunca jubilosa la “villa risueña”, Villalba, sus tierras y sus gentes, esperan ser visitadas por miles de forasteros a los que también como siempre, sabrán rendir los debidos honores mientras –son versos de García Hermida-:
            A gaita gallega resoa
            polas calles tocando alegriña
           que nas festas a gaita gallega
            e a que esparxe placeres e vida

            Pues Villalba –en versos del mismo autor- confiesa:

            Galleguiña como son
            sempre estiven namorada
            dos cantos da nosa terra
e do son da nosa gaita.

¡HONOR A VOSOTROS, FORASTEROS!

Villalba y los villalbeses os esperamos con los brazos abiertos para haceros partícipes de nuestra alegría, de nuestros cantos y nuestros bailes y ¿cómo no? tampoco faltará “unha cunca de viño” y un trozo de roscón, del nuestro, del que solamente en Villalba se sabe hacer. Disfrutaréis con nosotros unos días de sana alegría.

Nas festas de San Ramón
nistas festan tan sonadas ...

y el recuerdo de esos días jamás se borrará  de vuestras mentes, porque en realidad de verdad la Villa del Amanecer ya nació sabiendo hacer ¡HONOR A LOS FORASTEROS!